FM Tu primer
libro es Elegía por la muerte de Paul Valéry (1945). En su Antología de
la poesía uruguaya contemporánea (1966), Domingo Luis Bordoli señala que algunos
escritores de tu generación consideraban
el estilo de Valéry “como si fuese la letra de una ley”. Según el poeta de La
joven Parca, la finalidad indiscutible de una obra de arte es “provocar actos
internos”. ¿Qué ha buscado la poesía a través de Amanda Berenguer?
AB Pregunto
a mi vez: ¿qué busca el aroma a través de la flor? “¿provocar actos internos?” ¿Recurrir
al sentimiento de la belleza o de la fealdad? ¿Acuciar con lo perecedero? ¿Representar
el amor? ¿Seducir con lo que esconde dentro de ella? ¿Perfumar por perfumar, dulce
o nauseabundo, sin propósito alguno en la cavidad de la corola?
Encuentro que me invaden múltiples opciones, y que es difícil distinguirlas
una de otra. La “forma” de la corola, su porte, los delicados pistilos, el estambre
central, germen de la semilla y del fruto, escriben la flor misma que es su propio
perfume: el poema.
Esta flor puede ser vivificadora o mortal, puede abrir la primavera, o un nicho
funerario, puede mostrar la delicia o la nostalgia o el terror, puede inducir el
pensamiento, atraer a la memoria o provocar a la imaginación. La flor toda, completa,
forma e interioridad, son el poema, y se puede deducir que el perfume es su manera
de dar vida o poesía, que es lo mismo. Todo concurre a esta convocatoria de los
sentidos y del pensamiento. Lo exterior y lo interior imbricados.
Mi poesía ha buscado y sigue buscando ser esa flor en el tiempo, y siempre cambiante.
“Aunque esta aventura aparentemente tan personal, en definitiva es para ser
compartida entre todos. Son los otros los que corroboran la existencia. Sin la abeja
que la poliniza y la publica, la flor no sabría qué hacer con su mensaje.”
Ahora un ejemplo de “interioridad externa”: “Cuando escribo siento que la punta
del bolígrafo, es una continuación de mis dedos, que va segregando una sustancia
parecida a la tela de araña o al hilo de seda. No sé si construyo un capullo o una
trampa, de cualquier modo la escritura es una materia brillante y adhesiva, protectora
y audaz.”
FM De Paul
Valéry hasta el Surrealismo, los interminables viajes de lo inconsciente a la conciencia.
No obstante, la originalidad del poeta no se encuentra en el “dictado del pensamiento
en ausencia de todo control ejercido por la razón”, ni en el “trabajo más consciente
a partir de una estructura vacía”. Entonces, ¿podría afirmarse que los mejores momentos
de la poesía de este siglo suman los enunciados de Breton y Valéry?
AB Creo
que más que sumar enunciados separados, lo mejor de la poesía es una simbiosis permanente
entre lo soñado y lo razonado: entre la escritura automática, traída, ensoñada,
desde el subconsciente y la de aquella controlada por la razón.
“Las palabras de Antonio Machado, ‘se canta una viva historia contando su melodía’
y las de Valéry, ‘Honte d’être comme la Pythie’, más el ‘ostinato rigore’ de Leonardo
da Vinci, me plantearon una inquietante propuesta.”
Mi mayor ambición como escritora es llegar a “pensar lo sensible” y a “sentir
lo inteligente”, y poder transmitirlo.
FM En sus
lecturas de Huidobro, dijo el venezolano Guillermo Sucre que allí “el fracaso es
estético en la medida en que es también existencial: no es posible suprimir el azar,
ni la muerte”. Dijo también que “la poesía está ligada a la busca de lo que no se
podrá encontrar”, que la poesía es una imposibilidad. ¿Cuál es el verdadero ámbito
de la poesía?
AB El lenguaje,
como “el mar, experimenta con su propia superficie, vive su hondura en entrañable
relación con la aventura del mundo exterior, pero del mar no puede decirse nunca
que es superficial, porque esa misma forma -toda superficie- es la reveladora de
otra dimensión. ¿Qué sabemos de la hondura entonces? Percibimos sólo formas, rostros
cambiantes de la superficie. Su profundidad nace de una intuida deducción.”
“En la toma de consciencia del valor existencial de las formas en perfecto cambio
y en presente continuo, está mi descubrimiento de lo profundo.”
“Y las palabras con las que hacemos nuestra obra, son también superficies profundas,
reveladoras: técnicamente alcanzables pero mágicas al ser capturadas. Las palabras
son sutiles utensilios, signos fluorescentes, con halo, que viven en familia sedentaria
o son nómades y solitarios. Con ellas elaboramos simulacros y tratamos además de
obtener vida: ¿la del propio texto?, ¿la nuestra personal?, ¿la de los otros?, ¿o
todo junto?, no sé.”
La “palabra viva”, junto con “el vocablo es el viaje” son mis consignas.
FM Recuerdo
unos versos de tu libro Contracanto (1961): “Quiero morir de tu muerte, /
de tu viva cantidad / resplandeciente”. Es verdad que el tiempo se da siempre de
modo circular, que no hay linealidad posible en ese sentido. Enlazo este pensamiento
con otro de Sartre, acerca de la esencialidad del desamparo en el nacimiento de
la libertad. Pensemos ahora en nuestro contacto directo con las pérdidas, sobre
todo con la muerte, con el dolor de las pérdidas. ¿Hasta qué punto la muerte expande
nuestra visión del mundo?
AB La muerte
es una barrera, un muro del tiempo; ¿una ilusión acaso, o una metamorfosis existencial?
La muerte nos acompaña desde que nacemos y hace nuestros mismos gestos y nuestros
mismos actos. La olvidamos en la juventud, la respetamos en la vida adulta y la
sentimos de verdad en la vejez.
Esa muerte, por oposición a la vida, subraya oscuramente todos los acontecimientos:
va por debajo como un pez de las profundidades, siguiendo al navegante: deslumbre
arriba y brillo oscuro abajo.
El mundo entonces se completa, se vuelve más intenso, más frágil, más maravilloso:
la muerte lo estimula.
FM Ernst
Jünger defiende que “el artista es ante todo responsable ante su obra y no ante
esta o aquella orientación política”, y concluye que, “para él, es una necesidad
ser egoísta”. ¿Opinas lo mismo? ¿Concuerdas con Jünger en que “en primer lugar está
el hombre, y su ambiente viene después”?
AB Me es
muy difícil separar al ser humano de su habitat, es más, diría que es imposible,
y que no hay un antes ni un después: hay intercambios simultáneos.
El hombre es esencialmente un ser social en presente: dialéctico, circunstancial,
cambiante, metamorfósico.
“Así hay procesos, o mejor, esquemas de procesos que sin embargo se repiten:
la historia de la humanidad dentro de la historia universal, la historia del hombre
dentro de la historia de la humanidad, la historia de un individuo dentro de la
historia del hombre, e de esta manera llegamos a esos pequeños e íntimos ciclos
temporales dentro de la historia de un solo hombre.” Estos ciclos temporales están
respaldados por todo el universo.
“Uno siente que cambia, que vive. Todo se transforma. Cualquiera de esos procesos
interiores sería además, parecido al de ciertas flores, por ejemplo, el de la flor
del girasol. Es primero un centro cerrado, curvado hacia adentro, cóncavo, ensimismado,
que va poco a poco, lentamente, recibiendo y ofreciéndose a la luz, al aire, con
tesón y asombro, abriéndose, extendiéndose, exteriorizándose, cambiando de forma,
poblándose hacia fuera hasta dar con una estructura expuesta, convexa y desnuda
en radial relación con el mundo exterior. Se pasaría así naturalmente de lo cóncavo,
primitivo y personal, a lo convexo, abierto, evolucionado y social.”
“Para aquel cuya forma de exteriorizarse, de aparecer y de comprometerse fundamentalmente
(en ello le va lo real y lo imaginario, el hambre y el hartazgo, esta vida en vilo
y esa otra que vamos perdiendo, un legado de amor y el prójimo explotado en un ciego
anonimato) es también hacer un arma, una herramienta, un generador objeto literario
de constante vitalidad, esas maneras cambiantes y entremezcladas de ser uno mismo
-determinadas por tantos estímulos interiores o exteriores, o aún interdependientes-
condicionan el poema.”
“Se vive permanentemente acosado por circunstancias, hechos, situaciones presentes.
Los aguijones andan en el aire, ora políticos, científicos, estéticos, económicos,
pero todos, aún los más personales, se transforman en materia social.”
Egoístas o no “estamos con las manos en la masa, condenados a perpetuidad sobre
la cuerda floja, o haciendo malabarismos, o escuchando el restallar del látigo del
domador, o dispuestos a exprimir el destino en un salto mortal con tapa, como una
olla”. Y algunos corremos la aventura -con aire no justamente egoísta-, a bordo
del lenguaje.
FM Desviada
una vez más de un conocimiento de las fuerzas mágicas de su propio origen, la poesía
latinoamericana vuelve a perder su expresión singular, acosada una vez más por facilismos
formales. Pienso en la obsesión por lo oscuro que late en la letra del neobarroco,
como así también en los vértigos vaciados de sentido de una palabra centrada solamente
en sí misma, como era el caso del concretismo brasileño. Suponiendo que concuerdes
con mi visión, ¿cuál sería la razón de la pobreza actual de nuestra imaginación
y de nuestra capacidad de renovación formal?
AB No tenemos
que confundir oscuridad con profundidad. El neobarroco es oscuro, y no siempre tiene
otra dimensión, y una palabra sola extendida sobre la página (pienso en Mallarmé)
a veces es un abismo.
Algunos concretistas brasileños se mueven en los dos terrenos con valores antitéticos,
pienso en Haroldo de Campos.
Creo que en este momento estamos avasallados por un elemento muy poderoso: la
imagen visual. Los carteles de la propaganda y de la publicidad, la mayoría de los
programas de televisión, el cina comercial, configuran generalmente el mundo pasivo
de la apariencia. Este elemento ejerce una potente influencia negativa sobre las
formas más activas y secretas de la imaginación creadora. La imaginación común se
ha tendido al sol y se ha echado a dormir, y ha quedado aletargada, si no ha desaparecido.
Así ocurre en todo el juego de luces de los carteles de la propaganda, que nos ahogan
con su presencia, y cuando, raras veces, bordean una formulación poética, ésta se
nos impone como un impacto repetitivo, anonadante.
FM No te
he preguntado acerca de tu poesía, pues concuerdo contigo en que “nada puede hablar
con más precisión de una obra que ella misma”. Hay, con todo, un notable alcance de tu obra desde el
punto de vista formal. ¿Qué pasa entonces con el contenido? ¿Acaso tu deseo de expresión
es puramente formal?
AB Mi deseo
no es formal; es una necesidad vital, pero ocurre que los escritores no tenemos
más que palabras para expresarnos, y las palabras tienen superficie y fondo, son
signos significantes de los que solo se puede evaluar su profundidad a través de
la apariencia.
“En la toma de conciencia del valor existencial de las formas, además del perpetuo
cambio está el conocimiento de lo profundo.”
FM Otro
punto me despierta curiosidad: hay un pasaje maravilloso en tu Autobiografía,
cuando hablas de tus preferencias, de tus relaciones con la poesía de otros poetas,
como se habla de la amistad. Dices, por ejemplo: “No me siento amiga del norteamericano
Ezra Pound, por más que me impresione y me impulse a la investigación de sus Cantos
sin límites, que oscilan entre el
conocimiento humano y la acumulación de una procesadora de palabras”. Cierto que
hay una exageración de la importancia de Pound; sin embargo, encarnó la totalidad,
lo mismo que Dante o Lezama Lima. ¿No hay tal vez una deuda secreta de tu poesía
con Pound?
AB No creo tener deudas con él, por la sencilla razón que recién leí a Ezra
Pound cuando yo ya había escrito más de los dos tercios de mi obra. Sentí entonces
una especial relación literaria, formal, de procedimiento, pero la escritura de
Pound me deslumbra o más bien me enceguece, ¡es tan poderosa!, tanto que no me deja
ver claro.
FM ¿Qué
te parece sea posible hacer hoy acerca del fundamental estrechamiento cultural de
nuestra América?
AB América
del Sur se une y se desune, se hace y se deshace, en permanente actitud de volcán
estallando, o de engañoso volcán apagado. Nos separan una monumental cordillera
y las grandes selvas, y nos unen las rápidas compañías aéreas internacionales. Nos
separan de manera desproporcionada la lengua, el español y el brasileño, y nos unen
ambiciones, proyectos, el futuro. Nos separa la riqueza injusta del suelo y nos
une la belleza restallante del continente. Nos separan las diferentes razas, y nos
une la misma impertérrita miseria.
FM Recuerdo
a Eugène Ionesco: “Una civilización de palabras es una civilización atormentada”.
Vivimos en una época obcecada por la producción de lo genuino en escala vertiginosa,
la palabra convertida en eslogan sensacionalista. La mediocridad asciende a la categoría
de “esplendor artificial”, como señaló George Steiner. ¿Cómo escapar del silencio de las sirenas? ¿Cómo hacer que las palabras vuelvan
a ser expresión de lo humano en nosotros?
AB Vivimos
una civilización anestesiada o excitada hasta el crimen por la “imagen visual” (la
gran protagonista de nuestro tiempo), y por la imagen sonora (lo ruidoso, el ritmo
desenfrenado, la música de masas, las multitudes de jóvenes atraídos y caídos en
estado de frenesí ayudados por la droga). Y todos los demás, callados, solos, delante
del televisor transformado en agujero de refugio o de escapatoria.
Por otra parte no creo, como dice Ionesco, que sea “una civilización de palabras”.
Por lo pronto, el lenguaje se vuelve cada vez más pobre, más sintético o analítico
(aunque los lenguajes científicos son bien venidos a la casa del diccionario). Abundan
los apócopes y las compresoras siglas, parece que la lengua a medida que se hace
planetaria, se retrae y está en peligro de implosión (en especial el inglés, tan
avasallante con toda su artillería de computación y de comunicaciones electrónicas).
No, no es una civilización de palabras, peri sí es, y mucho, una civilización
“atormentada”.
[1996]
AMANDA BERENGUER (Uruguay, 1923-2010)
Elegía por la muerte de Paul
Valery. Montevideo. 1945. / El río. Ed. La Galatea. Montevideo. 1952. / La invitación. Ed. La Galatea. Montevideo. 1957. / Contracanto. Ed. La Galatea. Montevideo.
1961. / Quehaceres e invenciones. Editorial
Arca. Montevideo. 1963. / Declaración
conjunta. Editorial Arca. Montevideo. 1964 / Materia prima. Editorial Arca. Montevideo. 1966. / Composición de lugar. Editorial Arca.
Montevideo. 1976. / Poesías 1949-1979.
Calicanto Editorial. Montevideo. 1980. / Identidad
de ciertas frutas. Arca Editorial. Montevideo. 1983. / La dama de Elche. Fundación Banco Exterior de España. Madrid. 1987.
/ La botella verde. Calicanto
Editorial. Montevideo. 1995. / El
Pescador de caña. Editorial Pequeña Venecia. Caracas. 1995. / La estranguladora.
Editorial Cal y Canto. Montevideo. 1998.
NOTA
Los fragmentos entre colmillas reproducen pasajes del libro El monstruo incesante (Expedición de caza) (Arca Editorial. Montevideo. 1990), y fueron seleccionados por AB.
[Escritura conquistada. Conversaciones con
poetas de Latinoamérica. 2 tomos. Caracas:
Fundación Editorial El Perro y La
Rana. 2010.]
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