La publicación de un libro como la Antología
del Nadaísmo (Editorial Sibila, Sevilla, España, 2009), organizada y prologada
por el poeta y ensayista Armando Romero (Cali, 1944), él mismo uno de los nadaístas, y en ocasión de los 50 años bien cumplidos de
actividad de este movimiento indispensable para la comprensión de las vanguardias
en nuestro continente, es un documento valioso, sea por su natural condición histórica,
de reunir a lo disperso, sea por el criterio del organizador, que subo ser honesto
en su mirada crítica, observando los dos lados, dentro y fuera, de la jornada suya
y de sus legendarios compañeros. Ya en 2008 otro nadaísta, Jotamario Arbeláez (Cali,
1940), había organizado algo que se podría considerar como un prototipo de la antología
de Romero, un librito que intituló Antología – 12 poetas nadaístas a la hora
del té (Universidad del Valle, Cali, Colombia, 2008). En su prólogo, Jotamario
observa que estos poetas
…no fueron muy dados al esfuerzo editorial,
con alguna que otra excepción galopante, porque consideraron que el envase esencial
del poema no es el libro sino el poeta. “Mi obra es mi vida – dijo Dario Lemos mientras
se desvivía por vivir –, lo demás son papelitos”. Los editores nunca pensaron que
podrían ser buenas presas para el mercado. Y colegas de otras corrientes se apresuraron
a desprestigiarlos, aun más, para que no invadieran sus predios. Esos que publican
y republican por aquí y por allá, porque merced a su sagacidad burocrática se agenciaron
aliados por todas partes.
Además de Armando Romero, cuya
obra ha logrado buenas ediciones, dos otros nadaístas tuvieron recientemente libros
suyos publicados en México – Paños menores, del referido Jotamario Arbeláez,
y Tres libros, de Jaime Jaramillo Escobar (Antioquia, 1932) – en 2006, gracias
a los esfuerzos editoriales de José Ángel Leyva. Movimiento impensable sin sus escándalos,
sobre todo gracias al escenario que enfrenta en Colombia y que tendrá por tarea
romperlo, fue fundado por su autodenominado profeta Gonzalo Arango (1931-1976),
habiendo dejado diversos y polémicos manifiestos, dos números de una revista que
llega a circular casi diez años después de su fundación, infinitos papeles dispersos,
recuerdos de intervenciones, lecturas públicas etc. El libro ahora organizado por
Armando Romero tiene entre sus aportes más valiosos el carácter documental. Sobre
su preparación, así como sobre el movimiento en sí, tratamos aquí de conversar con
Romero, pero antes reproduzco palabras suyas en el texto con que abre esta preciosa
Antología del Nadaísmo:
¿Fue y es el Nadaísmo un movimiento revolucionario?
Sí y no, podemos responder, sin temor a errar la respuesta, debido a que el Nadaísmo
incluye en su mismo núcleo revolución y reacción. Si esto es así, y es más, si consideramos
como antes he dejado claro que el Nadaísmo no es esencialmente una escuela o movimiento
literario, entonces mi demanda de acción polémica no es válida, ya que no hay derecho
a pedirle al Nadaísmo la responsabilidad de vigilar la buena salud de la literatura
en Colombia. Por eso el Nadaísmo es lo que es cuando está contra sí mismo, cuando
siendo deja de ser. Quizás por esto la abuela de Jotamario le dijo una vez al poeta:
“Si el Nadaísmo fuera algo bueno, ya lo habrían inventado en mi tiempo”.
Ahora vamos a la entrevista.
[FM]
FM ¿Cuáles son las preguntas y cuáles las respuestas
encontradas por el Nadaísmo en lo que respecta a los problemas enfrentados por la
sociedad colombiana en los años 50?
AR La pregunta capital del Nadaísmo fue y es ¿por qué? ¿Por qué Colombia
es tan especial en el cultivo de una violencia que no tiene parangón en América
Latina? Y esa pregunta no ha encontrado respuesta, incluso hoy en día, ya que el
Nadaísmo, como hecho histórico, es una respuesta violenta a esta pregunta, lo cual
enreda todos los hilos, y así nadie puede salir del laberinto. Sin embargo, paradójicamente,
el Nadaísmo fue una depuración literaria para el país, ayudó a darle la última estocada
a los rumiantes del modernismo, al romanticismo mortuorio, a los piedracielistas
de verso puro y ramplón, a la inteligencia conformista. Sin embargo el nadaísmo no fue necesariamente un hecho literario,
es más bien un movimiento social. Y si se lo quiere analizar como grupo es necesario
hacer una combinación de historia y filosofía, porque su enfrentamiento contra el
aparato cultural colombiano es más filosófico y vital que literario.
FM En su Primer Manifiesto el Nadaísmo se define
como “una revolución en la forma y en el contenido del orden espiritual imperante
en Colombia”. ¿Qué se podría afirmar hoy en relación al orden estético?
AR He aquí uno de los puntos básicos de interpretación
y análisis del nadaísmo. Vuelvo a repetir lo que decía en la pregunta anterior,
el nadaísmo no fue un movimiento literario o artístico en sí, como lo fueron las
vanguardias en otras partes de América Latina. No hay un programa literario nadaísta.
Hay sí un afán de ruptura, pero cada poeta o escritor puede tomar el camino que
piense le corresponde. Lo único que une a los nadaístas es el humor. En una reseña
reciente a mi libroAntología del nadaísmo, publicada en El País de
Madrid, Babelia, el crítico Edgardo Dobry dice: “A diferencia de otros ismos americanos que apenas
fueron más allá que su acta fundacional, la obra de los nadaístas brilla hoy con
gozosa intensidad. Por el rico, sutil humor que lo anima; por esa capacidad de volver
dócil la lengua y su fijación, a la vez aguda y despojada de toda solemnidad. Una
actitud que no parece haber tenido descendencia, ni en su país ni en todo el ámbito
de la lengua.”
La crítica poética colombiana en general, que con algunas
excepciones es muy ligera, repetitiva y malintencionada, ha decidido hacer de los
nadaístas un grupo compacto, en donde sólo se destaca un poeta: Jaime Jaramillo
Escobar. Quien es por cierto un gran poeta. Este es un tremendo error de análisis
y de visión. Error que está basado en la manipulación de la crítica en función de
intereses particulares para poder diseñar una historia de la poesía colombiana a
su antojo. Y lo peor es que los jóvenes poetas se han tragado el cuento, y no frecuentan
los libros, las fuentes. Los poetas nadaístas, como se puede ver claramente en mi
Antología del nadaísmo tienen estéticas y direcciones poéticas completamente
particulares, y compararlos es ridículo. ¿Hicieron esto los críticos norteamericanos
con los beatniks? No, porque la crítica literaria en los Estados Unidos es independiente
de los grupos literarios, de las promociones poéticas constituidas o emergentes.
El Nadaísmo, como están haciendo ahora en Europa y en Estados Unidos los críticos,
debe verse con poetas aislados, representantes cada uno de ellos de una estética
particular.
FM ¿Podrías ampliar más este
tema?
AR Sí, permíteme terminar entonces con la idea anterior.
Algo en lo que no han reflexionado los críticos colombianos, que son más bien comentaristas
de poesía, es que si se tratara de estéticas entonces habría que incluir como nadaístas
a muchos poetas que no lo fueron y que empezaron a escribir en la década del 60,
valga el caso de Juan Manuel Roca, Elkin Restrepo, Juan G. Cobo Borda, María Mercedes
Carranza, poetas estos cuyas estéticas coinciden con algunos de los poetas nadaístas.
Y en cuanto a posición vital, hoy en día demuestran seguir el primer camino del
Nadaísmo escritores como Fernando Vallejo o Harold Alvarado, que no son simpatizantes
de este movimiento. Un caso interesante es el de Mario Rivero, quien se hizo conocer
en Colombia gracias al Nadaísmo, y fue uno de los poetas incluidos por Gonzalo Arango
en la primera antología nadaísta, Trece poetas nadaístas (1963).
Ahora bien, otra cosa que hay que desmentir, es la
creencia popular de que los nadaístas eran unos parias rechazados por los poetas
que los precedieron. Los poetas agrupados en torno a la revista Mito prestaron
mucha atención a los nadaístas, principalmente Jorge Gaitán Durán. Así mismo, Fernando
Arbeláez, Álvaro Mutis, Fernando Charry Lara, Rogelio Echavarría vieron con mucho aprecio la obra de algunos de los poetas nadaístas.
FM Pero si pensamos como poetas aislados, ¿es posible
tratar aquí de aportes estéticos a la lírica colombiana?
AR Sí, y esto es muy importante. En algunos intentos
de historia de la poesía colombiana se señala a Mario Rivero como el poeta urbano
por excelencia. Esto se debe ver desde un ángulo más crítico. En primer lugar, Rogelio
Echavarría es ya un consumado poeta urbano cuando Rivero empieza a publicar sus
poemas. Si se analiza la obra de Gonzalo Arango y de Eduardo Escobar, que surge
al momento de la de Rivero, vemos una gran relación estética entre todos ellos.
Prácticamente van por el mismo camino de una poesía que busca en lo simple, en lo
cotidiano, en lo claro, la cara del ser de
todos los días, con sus cargas afectivas y sentimentales. Pero Amilkar Osorio, Jaime
Espinel y Alberto Escobar difieren substancialmente de ellos, y se lanzan con una
poesía que preludia el neo-barroco actual, de corte oscuro y hermético. Jaime Jaramillo,
con sus poemas versiculares, combina un hacer poético donde lo popular colombiano
se hermana con el acento bíblico, lautremoniano, de poetas como Supervielle, Claudel
o Michaux, entre otros. Y no todos los nadaístas son poetas de corte surrealista,
tal vez Jotamario, Darío Lemos y yo somos los más cercanos a esta filiación literaria.
Jotamario es un poeta coloquial, conversacional, con poemas cercanos a los de algunos
de los beatniks o a la primera buena poesía de Cardenal. Y al fondo, una devoción
por la experimentación vanguardista de Huidobro o la prédica de Paz.
FM ¿Cómo se relacionaban los integrantes del Nadaísmo
con los demás movimientos que se destacaran en los años 60 en nuestro Continente?
AR El Nadaísmo influyó decisivamente en los demás movimientos
latinoamericanos, así en el
Techo de la ballena de Venezuela, en los Tzántzicos de Ecuador, en los abanderados de Los Huevos del Plata en Uruguay etc. Este papel tutelar se le ha negado también al Nadaísmo en Colombia. Debes comprender, Floriano, que la generación que sucede al Nadaísmo, comandada desde Bogotá por Darío Jaramillo, María Mercedes Carranza y Cobo Borda, poetas que se beneficiaron ampliamente de la rebelión nadaísta, tiene un propósito común y es desbancar al Nadaísmo de su posición en la literatura colombiana como movimiento de ruptura. Estas son luchas que tienen más que ver con la política literaria colombiana que con la apertura para nuevos caminos estéticos. Te digo esto porque estos poetas no difieren en mucho de los poetas nadaístas que los preceden. La única diferencia es que la posición literaria de ellos es más conservadora, más apegada a la tradición colombiana, pero a una tradición que ellos se encargan de diseñar a su gusto, así el libroLa tradición de la pobreza, de Cobo Borda (1980).
Techo de la ballena de Venezuela, en los Tzántzicos de Ecuador, en los abanderados de Los Huevos del Plata en Uruguay etc. Este papel tutelar se le ha negado también al Nadaísmo en Colombia. Debes comprender, Floriano, que la generación que sucede al Nadaísmo, comandada desde Bogotá por Darío Jaramillo, María Mercedes Carranza y Cobo Borda, poetas que se beneficiaron ampliamente de la rebelión nadaísta, tiene un propósito común y es desbancar al Nadaísmo de su posición en la literatura colombiana como movimiento de ruptura. Estas son luchas que tienen más que ver con la política literaria colombiana que con la apertura para nuevos caminos estéticos. Te digo esto porque estos poetas no difieren en mucho de los poetas nadaístas que los preceden. La única diferencia es que la posición literaria de ellos es más conservadora, más apegada a la tradición colombiana, pero a una tradición que ellos se encargan de diseñar a su gusto, así el libroLa tradición de la pobreza, de Cobo Borda (1980).
FM Son ambientes y posturas dañinas que lastimosamente
no están restringidas a Colombia. Es increíble el tiempo que uno gasta en su vida
de investigador conciente, en su vida de intelectual honesto, para hacer las correcciones
a los errores intencionales en la historia de nuestras literaturas. En este sentido,
es importante la presencia de tu libro, así como de tus aclaraciones a través de
ensayos, artículos, entrevistas. Imagino que los demás nadaístas vivos también rechacen
en público esas cosas. ¿Es así?
AR No, sólo a nivel privado. Lastimosamente soy uno
de los pocos que ha reflexionado críticamente sobre la situación del nadaísmo como
literatura. Aunque tal vez soy injusto, y debo reconocer que Jotamario también se ha preocupado por esto, pero su insistencia
no es lo suficientemente combativa para disipar los malentendidos.
Pero en general, los nadaístas prestan
poca atención a este acontecer porque están sumergidos en su propio trabajo y cuando
miran a su alrededor no pueden descifrar, o no les interesa hacerlo, los códigos
de análisis e interpretación de la literatura colombiana, y menos de la latinoamericana.
Recuerda que ninguno de ellos tuvo una educación universitaria alta, que son producto
del hacerse en la calle, en la aventura de los libros que llegaban a la provincia
colombiana. Esto no es para nada negativo, muy por lo contrario les otorga una gran
soltura en el hacer poético, pero no privilegia el análisis riguroso. En una entrevista
reciente el poeta Jaime Jaramillo Escobar, quien de seguro está cansado de ser colocado
como el único poeta de valor en el Nadaísmo, le dijo al entrevistador que él no
estaba arrepentido de sus años en el Nadaísmo y que seguía siendo nadaísta. Esta
respuesta te puede indicar bien que, dado el reconocimiento que se le ha dado a
su obra, muchos quisieran que él abjurara del Nadaísmo.
FM ¿Olvidamos algo, tu
caso particular como poeta y escritor?
AR Te puedo decir que yo soy un hombre más de afuera que de adentro de Colombia.
Me fui del país cuando tenía prácticamente 23 años y ya nunca regresé a vivir allí.
Mi participación activa con el Nadaísmo duró sólo unos pocos años, los de mi adolescencia
y primera juventud. Casi toda mi obra se ha escrito en el exterior. Yo me siento
bastante independiente, estéticamente, de muchos elementos de la poesía colombiana.
Y aunque tengo un gran respeto por los poetas colombianos, algunos de ellos mis
amigos entrañables, no me siento un gran deudor de la tradición poética colombiana,
o por lo menos, no más que lo que sería de la tradición poética americana o europea.
[2006]
NOTA
Entrevista originalmente publicada
em Agulha Revista de Cultura # 55 - Janeiro de 2007. Armando Romero nasceu em Cali,
Colômbia, em 1944. É poeta, ensaísta e prosador. Foi um dos integrantes do movimento
Nadaísta. É um intenso apaixonado pelas viagens, o que o levou a viver em países
como México, Venezuela, Grécia e Estados Unidos. Publicou os seguintes livros de poesia: Los
móviles del sueño (1976), El poeta de vidrio (1976), Del aire a la mano (1983), Las
combinaciones debidas (1989), A rienda suelta (1991), Hagion Oros-El Monte Santo (2001), Cuatro
líneas (2002), y De noche el sol (2004). Em 2005 se publica A vista del tiempo (antología poética 1961-2004). Entre seus
livros de ensaios, destacam-se Las palabras
están en situación (1985), yEl Nadaísmo
o la búsqueda de una vanguardia (1988).
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