quinta-feira, 14 de agosto de 2014

MADELINE MILLÁN | Un bus al azar en uno de los corazones infinitos de Andalucía



FM ¿Cuáles son tus afinidades estéticas con otros poetas hispanoamericanos?

MM Como decía Pablo de Rohka, “Se ha comido y se ha bebido bastante”. Contestar con cierta exhaustividad esta pregunta me tomará, de seguro, muchas páginas. Afirmo que mi visión de la poesía no se confina a la forma necesariamente llamada poesía, sino a la idea de lo poético como una percepción. Hay tantos tipos de poesía como de posibilidades creativas. Las estructuras imparten la musicalidad musical y ésta parece ser la más evidente en la poesía escrita, pero para mí esta idea la limita. Más que afinidades rindo homenaje a poetas como Rubén Darío a quien descubrí en mi primer viaje a Nueva York. Era una madrugada de invierno y no me podía creer lo que estaba descubriendo respecto a su poesía más que a nivel de imágenes por su musicalidad. Me he entregado a la lectura de poetas de todos los tiempos y de muchas lenguas. Si mencionara a uno, seguramente estaría siéndole infiel a otro. En general, encuentro afinidades con poetas que exploran cruces con lenguajes poéticos distintos o que me entregan una nueva mirada a la lectura de poesía. Cuando se lee mucha poesía que sea buena no nos basta, llega el momento en que como un adicto a cualquier droga queremos más, un salto mortal, un golpe, un corte en las venas o un respirar lento como si rezaras un mantra secreto. Atravesar más allá del contenido y la forma una verdad poética. No hay nada nuevo bajo el sol pero hay mutaciones y mutilaciones, como lo han hecho Cervantes, Joyce, Borges, cuando la forma o un discurso parecía agotado. Para mí abunda la poesía en Pedro Páramo y en cientos de páginas narrativas que no forman parte del supuesto conglomerado de poemas que se citan en las antologías poéticas. Yo leo de ese modo a Cortázar. Para mí los grandes poetas cuyas afinidades estéticas presiento en mí son precisamente aquellos que no se anclan ni en la forma ni en ideas preconcebidas de lo poético, pueden encontrarse en un fragmento de la Divina Comedia, en textos bíblicos, en un libro de recetas, en libros de niños que capturan la mirada inocente o la voz de un niño. Alicia o el Principito son dos instancias poéticas sobre actos de rebeldía frente a modos de mirar la realidad. En la tradición de la poesía en inglés leída por mí durante los primeros años de mi hija, dos poetas me entregaron música y la noción del nonsense para huir de los lugares comunes: Dr. Seuss y Shel Silverstein. Trato de no perderme el habla o lenguajes nacientes, y en cualquier mirada inocente o irreverente encuentro poesía porque me hacen redescubrir un ojo, una nueva forma de pensar. Con los poetas contemporáneos soy como muchos una cinéfila, adoro el cine chino, japonés, coreano, iraní, etc. Tal como tantos de mi generación, me enamoré de Blade Runner. Uno de mis poemas en De toros y estrellas, pues, se titula Largo metraje, en el intenté contar un poco de mis experiencias de vida a través del cine, pero no es el único que habla de esta tendencia. Durante mis primeros años universitarios existía la tradición de un día de cine internacional con presentadores que iban haciéndonos a este hábito. La pasión me llevó en los 90 a hacer una revista de cine latinoamericano después de haberme, sin haberlo planificado mucho, dedicado a ver adaptaciones al cine de obras detectivescas. Como una cosa lleva a otra, ese interés me vino de mis estudios a la literatura detectivesca argentina: Borges, Adolfo Bioy Casares, Puig, etc. De mi tesis doctoral el capítulo rescatable, según yo, fue precisamente aquel en el que investigo los puntos suspensivos en The Buenos Aires Affair. Aparecen bien plantados en el texto narrativo cuando la madre debe dedicarse a la búsqueda de su hija y, sin embargo, se le van cruzando fragmentos de un poema de Bécquer que trata de recordar. Y así, entre ejercicios de la memoria y volver a la escena del crimen por parte de este personaje, yo iba descubriendo algunas claves de una poética del silencio como poética de la poesía y de la música y del cine mudo. Por lo cual, más que poetas, me interesa cualquier poesía que me produzca un espacio para la mirada e incluso para la escritura, que me provoque, que me impulse. Esta fue una etapa de mucha lectura crítica y teórica. En este sentido, la posmodernidad si algo nos ha dejado, después de superada la sorpresa y la verborrea de este periodo, ha sido el habernos dado permiso para perderle el respeto a los límites y las fronteras entre discursos aparentemente desencontrados. Incluso, para poetizar la teoría y usarla lúdicamente. Bachelard lo hizo desde una postura fenomenológica. Veo a Bachelard como a un poeta y a Heidegger filósofo como otro porque miran con nuestros ojos: poetizando. Lo mismo Hölderlin. Así fue parte de mi formación que, como la de algunos escritores dentro de la academia, buscaron profesiones afines con lo que deseaban hacer y se vieron entrampados, cumpliendo con los requisitos graduados, en vez de entrar de lleno a una obra propia de creación. Entonces, uno se cuestiona si debe hablar de lo que conoce tan de cerca y lo hace poéticamente al tiempo que crea un tipo de poética. Yo escribí “Tesis sobre los movimientos del mar”, que incluyo aquí, jugando con forma y lenguaje. Hablaba, paradójicamente de aquello contra lo que me revelaba pero al mismo tiempo no podía escaparme de ello. Es un poema resultado de mis años de estudiante en Nueva York, cuando nos reuníamos a tomar cerveza los viernes con los de ciencias físicas y con los de biología, y nos enterábamos de lo que venían haciendo los científicos jóvenes. Para mí oírlos era un encantamiento. Y, efectivamente, en alguna parte de México, imagino, estará el inspirador de ese estudio sobre los movimientos del mar. Como digo en “Tesis”, preguntándome sobre lo que constituye la poeticidad, intento romper varios niveles del lenguaje lírico y el científico. Cuando lo escribí a principios de los 90, a mí misma me parecía algo raro y ni tenía idea para dónde iba. Hoy creo que lo entiendo mejor y que como a un patito feo le voy tomando cariño porque no me parece tan feo. Lo publiqué en la revista electrónica ciberayllucon otro poema titulado Axenos, que también versa sobre el mar y una mirada, digamos, influenciada por el lenguaje científico. “Tesis” ha sido traducido y publicado en inglés y próximamente al portugués. Ahora con poesía multimedia y combinaciones posibles provenientes de medios audio visuales, estoy soñando con que este poema pueda volver al lugar de donde vino. Es decir, yo cito una tesis que planteaba lenguajes visuales en programas diseñados para estudios de oceonografía, yo quisiera verlo representando como yo lo vi o visualicé cuando leí ese estudio. Supongo que un artista, sea cual sea su área, debe darse cuenta de que no sólo los discursos entendidos como netamente literarios nos dan una lengua para hablar sino otras también que parecen desentonar con lo “poético”. Esto lo entendió Sor Juana Inés de la Cruz, Borges lo realizó cruzando géneros, y Cortázar lo realizó con más ternura, cronopiando y brincando dos charcos, de París a Buenos Aires, haciendo el retrato neo-colonial, el de las identidades y los espacios geográficos, loa que tan bien entiende el Caribe, de donde soy, pero del cual no sé si los porteños lo comprenden o se den cuenta de ello. Veo música citada en mi obra usada directa o indirectamente. En la tradición caribeña éste es un tema fundamental. Carpentier en su escritura narrativa y ensayística fue un apasionado de la música. Así como hiciera Cortázar combinado música y cine. En cuanto a lo no hispanoamericano, he sido consecuente con Leonardo Cohen como compositor y poeta. Sigo disfrutando de su apuesta por entender o poetizar sobre el hombre moderno, el antihéroe que mira bajo esa mirada poética todo sin escandalizarse, amando honesta y convincentemente los márgenes, sus escondites convertidos en poesía. Y así, como digo al principio, si intentara exhaustividad en contestar esta pregunta, no puedo sino decir como Sor Juana: se hace filosofía friendo un huevo, la poesía está en todo. Observo, además, una constante en mi poesía con temas de mar y el tema sobre lo invisible. Al ser caribeña tendría que escribir una tesis de los poetas con la mirada en el mar, no siempre positiva es lo curioso, para hablar de una deuda no sólo en mi país sino en las Antillas Mayores. No olvido a los poetas de la lengua española, a los griegos y poetas orientales como Rumi. A lo largo del tiempo esos temas se acompañan con lecturas que me enriquecieron. Al tratar de deudas y afinidades, en mi primer libro cito autores vivos y muertos que me hablaran sobre mi ceguera. Había sido muy miope, casi no veía el mundo de las formas como las ven otros hasta que me operaron los ojos en Colombia. Por lo cual, cada vez que me hablaban y leía de ciegos, allí me veía reflejada. Borges a la cabecera, Ernesto Sábato. Y más contemporáneos a mí, Lila Zamborain, escritora argentina quien habla también sobre operaciones a los ojos y cómo ve el mundo una persona con ciertos límites. Me identifiqué con su percepción poético-confesional, pero la leí después del primero libro donde hablo de Saramago, de Tiresias, de Homero, etc. Para mí maestros en la poesía son también, como ya dijera al principio, muchos narradores. Para mencionar algunos: Lewis Carol, Kafka, Thomas Mann, Antoine de Exupéry, Onetti. Poetas que vuelvo a leer Gabriela, siempre Gabriela. Vallejo, Orozco, Lorca, Darío y Jiménez, Pizarnik, Odio, y muchísimas poetas mujeres. En lengua portuguesa leo a Clarice Lispector y Pessoa, a quienes venero. Escritoras que me han gustado seguir explorando, Peri Rossi. Y otras a quienes quiero conocer porque la oí recientemente, Rosa Beltrán.
2. | Me formé con la poesía chilena. Eso lo diré hasta que me muera. La lista en larguísima e incluyo a algunos muy recientes. Trabajé para una editorial casera chilena en Manhattan, Libros del Maitén, en el momento en que estaba con todos los sentidos listos para la gran lección, y me leí a viejos y contemporáneos escritores en el exilio durante la dictadura de Pinochet. Sí, donde empezó la pregunta debió de ser por aquí. Soy una caribeña que siempre ha vivido homenajeando a este país de poetas. No quisiera morirme sin haber publicado un libro en este país del cono sur que tanto amo. Sería como decir estoy en paz. Más que un Neruda prefiero a un Pablo de Rokha. Sería muy mezquino dejar poetas de todos los tiempos y todos los confines que me han tocado. La lista que se ha ido haciendo aquí no la he reflexionado mucho y no pretendo que hable de niveles de preferencias. A Hierro lo leía con alegría, a Jaime Saénz y a Manuel Ramos Otero y algunos otros que ya muchos ni conocen como a la Ángela María de Animal Fiero y tierno o a Olga Nolla, ambas de Puerto Rico. He leído con gran respeto una y otra vez a Gonzalo Rojas y a Juan Gelman, el último sigue siendo un maestro para mí. Lo leo con ojos de aprendiz. Debo aclarar que cuando lo leí por primera vez no opinaba igual, fue hasta que tuve toda su obra en mis manos que vi todo el oro del mundo. No me he quedado anclada en los clásicos vivos. En el Instituto Cervantes de Nueva York me refugio a leer poesías nacionales, país a país, y de vivos y muertos la lista no aparece aquí. Lo más reciente, releí a Vallejo, a Blanca Varela, a Cisneros y a Jorge E. Eielson, entre otros. Todo me influye en forma activa o pasiva, yo escribo hasta cuando dejo de escribir. A través de viajes he tenido, además, la fortuna de conocer gente anónima o relativamente anónima, de todas las edades, haciendo excelente poesía. Pero esto sería otro tema.  No creo, en resumen, que hayan poetas con quienes diga a conciencia, con éste tengo afinidades, más bien ciclos de lecturas que me han dado escrituras.

FM ¿Cuáles son las contribuciones esenciales que existen en la poesía que se hace en tu país que deberían tener repercusión o reconocimiento internacional?

MM Soy de una isla invisible. O digamos, al no estar en ella, veo la isla que no se ve y no veo. No lo digo yo, me lo confirmó un amigo poeta y profesor peruano de NYU cuando le hablé de esta idea. Mirándome a los ojos, me dijo: es verdad, no los vemos. Me entristeció mucho oírselo decir como un gesto de solidaridad, muy valiente de su parte y muy fraternal. Gracias a él me di cuenta que no era un complejo mío de inferioridad y he podido sacarme de adentro este asunto del que no se habla. Mi país o isla, Puerto Rico, debe ser una de las colonias más antiguas del mundo. Con graves problemas de identidad nacional y con enormes complejos de inferioridad a pesar de sus grandezas. No tenemos las famosas editoriales fortalecidas por una distribución efectiva, poderosa, con redes de comunicación reales. ¿Cuáles son las fronteras de una isla? ¿Cuál su mercado? ¿Cuál la distribución del libro en tiempos cuando el libro parece ofrecerse en distintos formatos y cuando su venta internacional se insinúa por la internet? El poeta, ensayista y novelistas Elidio La Torre Largares debe ser tal vez el editor como más luces en la isla. Ha creado no solamente varios blogs muy interesantes (http://latorre-lagares.blogspot.com/2007/06/leer-siempre-est-de-moda.html) para invocar lecturas, las cuales también nos llegan propuestas en Facebook, sino que su pensamiento y escritura va más allá de la lectura en español. Ha creado una librería online para comprar no solamente libros en el formato impreso sino además los de formato digital. Asimismo la otra editorial que reúne como la de Terranova un listado de libros de poesía no solamente de Puerto Rico sino de República Dominicana es la de Isla Negra. Lo que diga de Puerto Rico también, en distintos grados, se puede decir de las otras. Por lo mismo, en la Feria del Libro en Guadalajara, por dar ejemplo de una, las editoriales del Caribe no se ven porque han sido ubicadas en un lugar de preferencia bastante pobre: al final de un recorrido lujoso, lleno de luz, de movimiento. Cuando se llega a los kioskos de El Caribe en esa Feria el mensaje subliminal es: ya todo está dicho, lo mejor se acabó. Las razones de ese lugar tan triste que ocupamos siempre es de carácter económico, el costo para desplegar mesas y estantes lujosos no lo poseemos o nuestros gobiernos no le dan el valor que merece y no lo patrocinan; la segunda razón, en ese querer darle presencia y unidad al Caribe español se le sigue relegando a su marginalidad de islas, perdidas en el horizonte del mar. Puerto Rico y las islas hermanas son países poco conocidos. PR es un país que no se conoce bien pero del que todos hablan y piensan saber y no tienen idea del porqué nuestra historia actual, no saben diferenciar entre un país invadido y un país que cuando pudo decidir su soberanía política no se le permitió bajo imposiciones militaristas. Se encuentra en el mapa, cabe unas 7 ó 14 veces dentro de las otras. Es diminuta al lado de Cuba y de República Dominicana. Cuando las banderas del mundo se despliegan frente al edificio de las Naciones Unidas, vemos la de Cuba y la de República Dominicana, no la nuestra. Porque somos colonia no tenemos representación. No existimos más allá de la inútil oficina creada por las Naciones Unidas para la descolonización. Hace poco leía la lista de los lugares que comparten una historia parecida. Son casi todos islas, teniendo en cuenta ese dato los países latinoamericanos deberían ser más responsables a la hora de emitir juicios y vernos, además, como territorios más vulnerables tanto como puede serlo un niño para un depredador sexual. Porque somos colonia no tenemos derechos mínimos para existir y exigir nuestra bandera allí, con las otras, aunque quisiéramos. Tomé este ejemplo como botón de muestra. Idéntica a la de Cuba en su diseño excepto en la repartición de colores, la metáfora de nuestra invisibilidad se extiende como una burla del destino histórico. Éramos de un pájaro las dos alas, nuestras banderas simbolizaban esa unión. Frente a las Naciones Unidas ver la bandera de Cuba, pues, es vernos y no vernos más. Para verificar nuestra imagen sólo se necesita constatar la fantasmagoría de nuestra imagen falsa, sostenida en una crisis dolorosa que no lo parece porque Estados Unidos se ha encargado muy bien de disimular su trampa, su cárcel, su abuso, su militarismo, su fachismo. Habrá quienes comparan realidades. Hablo como una isleña fuera de su tierra hace ya 20 años, dentro de otra isla que contiene a su isla también. Del mismo modo que una isla invisible decimos de la poesía y su literatura. Habría que preguntarse si por lo mismo que se le critica es por lo mismo que debe valorarse. Sí, no existir se ha convertido en un síndrome nacional con fuertes raíces en la psicosis del pueblo; no tener mejor representación caribeña y puertorriqueña se debe también a una mezquindad histórica por parte de España, abandonando para siempre el barco que se hundía, y por parte de Latino América, aspirando la visa, “the greeen card”, o el acceso al dólar que muy en el fondo desean o deseaban poseer. Se nos desprecia por una envidia no confesada; se nos castiga por nuestra “suerte”. De ese modo, día a día, en actos pequeños y grandes, Estados Unidos y Latino América intenta arrebatarnos de aquello que, les guste o no, nos pertenece: nuestra identidad latinoamericana y caribeña. Que somos también otra cosa, sí, como puede serlo un paraguayo de un dominicano. Nuestra caribeñidad indica y apunta nuestra cercanía a realidades lingüísticas y religiosas muy distintas a la de, por ejemplo, Argentina o México. Como Haití fronterizo con República Dominicana y Cuba, por nuestra negritud y nuestras religiones afrocaribeñas, somos distintos. Se nos hace invisible en infinidad de formas y nos golpean con el látigo de la indiferencia. Nos dan por donde más nos duele llamándonos gringos o vendidos. Se da por sentado que la suerte de un país es merecida o tenemos el destino que hemos forjado. Sin embargo, hay que ver que la suerte de una isla es la de todo El Caribe, en mayor o menor medida todas intercambiamos la careta del colonizado. Estando en Cuba puede confirmar el carácter colonial de las islas, de territorialidades e identidades prestadas, neocoloniales. La isla repetida como decía Benítez Rojo. Si vamos más lejos, Galeano nos une a través de un cuerpo que se lo reparten las grandes multinacionales. Se vive en islas y como tal todo lo que hace se vuelve una epopeya contra la imagen falsa de un paraíso, ocultando un rostro que parece infernal para quienes viven allí día a día. El mar es un medio pero también un límite. El mar infinito se presenta a la vista como una invitación, pero también es una cárcel. La incomunicación se extiende al mundo. No nos conocen sino a la manera que el turismo dice conocernos. Dicen que hace sol, que hay palmeras y ahora grandesShopping Malls. Luego, también, dicen conocer lo que no conocen sino como un turista de paso. Si el patito feo en el mercado editorial es el género de la poesía, la poesía de una isla es doblemente más fea, metafóricamente hablando. El patito feo nada en las aguas de cisnes latinoamericanos a quienes debe constantemente probar carta no sólo de legitimidad sino de existencia mínima. El esfuerzo es no sólo agotador sino que atenta contra el progreso de nuestro destino literario.
Presiento que esta percepción tan generalizada podrá corregirse a través de medios que compensen nuestros límites territoriales y editorialistas. Tal como esta entrevista que llegará a otros por un medio más abarcador que el papel y el libro. Por ello, al final, más que nombres doy información para el estudio del tema poesía de Puerto Rico. Debo aclarar que no vivo en mi Isla desde 1987 y que la Isla tiene, además, otras islitas. Una extensión territorial que debería incluir la producción de escritores en los Estados Unidos y España, entre otros países extranjeros. No todos caen dentro de generalizaciones como “poesía niuyorican”, del exilio, autoexilio o la diáspora. Mucho más ahora cuando podemos hablar de globalización, superada la primera época de terror y crítica a los medios globalizantes. La dimensión positiva (lo dice un isleño fuera de su país o una mujer que por opción se quedó en casa a cuidar un hijo durante sus primeros años), es que existen muchas páginas en la internet que permiten responder a esta pregunta acerca de los escritores nuestros para saciar la curiosidad de muchos y juzgar con criterios autónomos. Yo le rendiría mis respetos, por preferencias personales, a Palés Matos, quien inicia la poesía afro caribeña en español (ver tesis de Julio Marzán), y no sólo esta poesía sino otra que cultivaba Palés de distinto carácter. Sin embargo, su desconocimiento fue mayor a partir de racismos contra poesía negra escrita por blancos. Se agudizó con el encumbramiento de la poesía cubana escrita por negros y toda la inyección revolucionaria festejada por la crítica a favor de Cuba. Para hacer justicia a una, se le hizo una gran afrenta e injusticia a otra. Fue muy necesaria y merecida esta etapa para darnos conciencias de marginalidades dentro del Caribe y de Latino América, pero también ha sido racista. Un entrampamiento como lo ha venido practicando, a partir de los sesenta, la academia en los Estados Unidos. A las supuestas minorías se les debía dar voz. La creación de Departamentos con nombre tales como Black and Hispanic Studies o Puerto Rican Studies llamaban, por un lado, la atención a nuestra idiosincrasia o nuestra diferenciación; por otro lado, se crearon nuevos guetos. Puertorriqueños como yo especialistas en literatura argentina terminamos irremediablemente e invariablemente en el gueto al que debemos pertenecer. Le convenía al sistema darnos casa y cárcel. Quiero decir, pues, que la literatura del Caribe a la que pertenezco y sobre todo la poesía del Caribe y la de Puerto Rico, que es la que mejor conozco, exige continuamente estudios que nos empujen a mirar más allá de las apariencias históricas y de las historias y críticas literarias porque nuestra historia es como estar continuamente en pie de guerra, alertas y en actitud combativa para seguir manteniendo lengua y patria. Ha habido sistemáticamente en la historia del Caribe un ocultamiento, un desconocimiento, una falsificación y distorsión de hechos que tiempo después se prestan a ser analizados desde otra perspectiva. Se habla, por ejemplo en Puerto Rico, de llegada de los americanos en los textos escolares y en los universitarios de invasión. De esto modo, siempre el Caribe tiene que estar produciendo y rehaciendo su mirada respecto a sí misma sobre sí misma y sobre los otros.
2. | Para el estudio de la poesía puertorriqueña un libro que todavía puede conseguirse en Huelva, España es Perversiones desde el Paraíso. Bastante se cumplió hace unos años en presentar un grupo bien representado de poetas puertorriqueños, gracias a Ana María Fuster y a Uberto Stabile. Otras gestiones antológicas anteriores de diversa exhaustividad y criterios históricos las realizaron y realizan Alberto Martínez, Mario Cáncel y Ángel Matos, entre otros. Todos atestiguando la producción de los 80 hasta el presente. Muchas blogs y críticas se encuentran para satisfacer la curiosidad de todos los gustos como las de Néstor Barreto, Yolanda Pizarro y Elidio La Torre Lagares. Es importante mencionar a los que tienen obra publicada y reconocida nacionalmente, y a quienes salen del país con cierta frecuencia y dan un rostro a la literatura actual. Y llamar la atención sobre aquellos que ni siquiera han publicado o han publicado muy poco: quisiera mencionar a Angela María Dávila, Manuel Ramos Otero y Olga Nolla, entre otros, poetas que ya no están con nosotros; a Vanessa Droz, a Kattia Chico y a Belia Segarra. Cada generación tiene su nómina y es a través de un estudio sencillo por la red donde se encontrarán nombres y obras siempre incompletas. No por eso deja de ser un buen principio para intentar conocer la poesía de un poeta puertorriqueño y la mirada que comparte con un universo caribeño. No menciono a todos los poetas importantes o necesarios sino a los que me parece deben empezar a conocerse más, según mis criterios de selección. Maribel Sánchez hizo una antología llenando un vació y trató, hace muy poco, de hacer lo posible homenajeando al Che Meléndez y al poeta Juan Ramón Jiménez durante el Otoño Cultural Iberoamericano en Huelva. También hace menos de un año un festival de poesía en Puerto Rico rindió tributo al poeta Vicente Rodríguez Nietzsche, y habían intentado antes homenajear a Iván Silén. Los críticos extranjeros, respetados por su erudición y conocimiento de poesías nacionales, siendo amigos de un grupúsculo de poetas de Puerto Rico, han hecho una crítica inexacta, ortodoxa y academicista a nivel internacional, distorsionando grandemente la visión y el conocimiento que se tiene de la poesía puertorriqueña. Lo más triste es que quienes han recibido esos laureles han guardado silencio para llevarse todos los honores sin tener que compartirlos. Estos malos hábitos de mezquindades en el ámbito de la literatura puertorriqueña no es secreto y se habla hoy día más abiertamente de ella porque se sienten nuevos aires. Las nuevas generaciones están demostrando con actos, a través de páginas en la internet, de festivales, de convocar al micrófono abierto, que no hay necesidad de exclusiones y elitismos, sino que nuestro abrazo nos permite hacer justicia a una larga historia de desenfoques. Aunque tal vez todas las críticas de poesía y antologías ostenten los mismos defectos, he podido ver a lo largo de los últimos 10 ó 15 años más salud mental. Los nombres que he mencionado poseen una obra sólida. No hablo de mis gustos siempre, sino de reconocer a los vivos que se han tomado seriamente la poesía y poéticamente la vida. Algunas de las poetas conocidas en el extranjero son Zoé Jiménez, María Fuster, Mayrim Cruz Bernal, Etnairis Rivera, Mayra Santos, más conocida como narradora, muchas son poetas contemporáneas que han hecho de anfitrionas culturales, yendo y trayendo al país a otros escritores, abriendo fronteras. Carlos Cana y Caridad Sorondo realizan la labor de un periodismo cultural dando a conocer a los escritores que llegan al país, buscando incluso fuera de sus márgenes. Mis ojos no alcanzan a ver todo lo que está ocurriendo ahora, allá y acá, olvidaré y omitiré muchísimos nombres y por ello pido disculpas, la intención ha sido dar unos apuntes para algo que puede editarse. Los nombres por fuerza citados provienen de mi diario de viajes, de vida, de mi frágil memoria. Tenemos la suerte de que mis palabras no están escritas en piedra. Y que una revista electrónica puede aceptar cambios y añadir a la página o quitar. En Nueva York, la lista la encabezan Carmen Valle, Alfredo Villanueva y María Arrillaga, entre los más conocidos por mí, insisto.

FM ¿Qué impide una existencia de relaciones más estrechas entre los diversos países que conforman Hispanoamérica?

MM Esta pregunta sí la puedo contestar muy rápidamente: malformaciones sobre todo académicas a través de sus libros de textos donde se ha aprendido una lista de clásicos y se ha descuidado por cantidad, calidad, sexismos, racismos, mezquindades editorialistas, nacionalismos, posturas chauvinistas, machistas, centralistas, egoístas, burguesas, clasistas, tiesas, corrupciones y mentiras por partes de los grandes intereses que persiguen los grandes premios literarios (editoriales poderosas detrás de un nombre), que no hacen sino cuidar de sus vacas sagradas al extremos de sacrificar el porvenir. Sería bueno atreverse a realizar foros y lanzar estas preguntas a las audiencias. Y preguntarles qué les gustaría ver, qué cambios, que se atrevan a poner el dedo en la llaga.
A continuación algunas referencias para explorar poesía y literatura puertorriqueña, algunas sobre las generaciones del 70 al 90, aclarando, sin embargo, que son meras aproximaciones. Poetas como yo que deberíamos pertenecer a los 80, comenzamos a publicar incluso en el 2000.

http://www.facebook.com/l/594ec;www.geocities.com/vetala33/vetala.html
[2010]

NOTAS
1 | Estamos en un bus, en Huelva, uno de los infinitos corazones de Andalucía, camino a una de las actividades del Salón Internacional del Libro en octubre del 2009, cuando el poeta mexicano José Ángel Leyva me presenta a la poeta puertorriqueña Madeline Millán, como si fuera una amiga. Sí, al principio de esto se trata, amigos que se presentan entre sí. Y a esta poeta –según me confiesa después– le he parecido todo un señor demasiado serio. La vieja trampa de la naturaleza, no sé. La verdad es que no hay en mí este Señor Seriotis, como pasamos a llamarlo. La intensidad de mi vida no me permite la enclaustrada seriedad. Pero regresemos a Huelva, a este bus que tal vez haya sido nuestro único momento andaluz. Salgo de allá con otra impresión de Miss Milán, de alguien reservada, otra vieja trampa del destino, o de nuestro tiempo, que ha de cuidarse de los acercamientos inmediatos. Una especie de vacuna contra el tiempo.
Así es que regresamos a nuestras casas sin mayores comentarios. Por correo es que nos vamos descubriendo, pero también a través de la lectura de nuestros libros, hasta que un día damos más intensidad al ritmo de la charla virtual y nos revelamos algunas fascinantes afinidades. Sin los lugares comunes de las almas gemelas, erramos por caminos que cada uno ya había convertido en su recorrido de fuego y por allí encontramos puntos de una valiosa discusión poética, humanamente poética. Debe haber una gran figura por detrás de toda gran poesía, es lo que siempre imaginamos, aunque lastimosamente no sea verdad del todo.
A veces el lenguaje poético está poseído por una sobredosis de lenguaje que sobrepasa la naturaleza humana. Bueno, eso en el mundo visible, con su alto voltaje de preconceptos, porque la naturaleza humana está antes de toda concepción moral. No importa, aquí lo que pasa es que esta poeta ha propiciado el abrirse de una puerta en mí, que ya de alguna manera tenía cerrada. La puerta de la locura ingeniosa, por así decirlo. En medio de nuestras citas virtuales me fui a Estados Unidos, seguro de que el azar sería nuestro guía y que allí nos encontraríamos. El pesado invierno y nuestros compromisos no permitieron que construyéramos un puente entre Cincinnati y Nueva York. Seguimos hablando por correo. Y era tanta la intensidad de nuestra correspondencia que jamás se nos ocurrió llamarnos por teléfono. Estoy hablando de la poeta Madeline Millán que sigo descubriendo en sus versos y también en sus palabras vivas.
Al escribir el adjetivo vivo pienso, de inmediato, que nos olvidamos de la existencia de las palabras cuando están impresas. Otro dilema de nuestro tiempo, cuando perdimos la sinceridad entre creador y criatura. El lector cuenta solamente con una aguja rota, una brújula dañada. Y todo esto de lo que estoy hablando fueron –siguen siendo– los temas de nuestros encuentros a diario, lo que hablamos de poesía en Puerto Rico y Brasil, de nuestros sueños y poemas, las imágenes de la vida en nuestros días etc. En el Proyecto Editorial Banda Hispánica tenemos tres preguntas básicas que enviamos a cada poeta vivo –y ahora el adjetivo asume una connotación protocolar, nada más–, para registro de su pensamiento, pero sobre todo en la expectativa de que su vida encuentre alguna afinidad con su producción poética.
Lo que reproducimos en seguida son las reflexiones de Madeline Millán acerca de temas sugeridos por nosotros. En sus palabras transmite sinceridad, además de preocupación en el ámbito ya sea intelectual, existencial o pragmático, que debe estar involucrado con las tensiones estéticas de la creación poética. Pero ¿y la poesía?, ya lo sé, me van a preguntar por su poesía, si todo eso llega al alcance de sus versos, la vaina de la relación entre vida y obra, todo eso. Es verdad, un poema nos puede decir, y sí, aquí lo tenemos, un poema de Madeline Millán, antes que sus otras palabras, pues en todo es poética, en todo es reflexiva, en todo es una mujer magnífica que ama lo que hace, lo que vive, en sí misma. Un poema intenso que dialoga con el chileno Gonzalo Rojas sobre lo que nos toca en el amor, cómo nos revelamos, a quién amamos, lo que somos cuando amamos. Y aquí damos las gracias al poeta José Ángel Leyva y al bus en uno de los corazones de Andalucía.

2 | Madeline Millán. Escritora y traductora ha publicado cuatro libros de poesía: Para no morir por segunda vez (Buenos Aires, 2002), De toros y estrellas (Puerto Rico, 2004), Leche/Milk (Godot: edición bilingüe, Buenos Aires, 2008; Premio Nacional de Poesía: Pen Club de Puerto Rico) y 365 esquinas (Terranova: Puerto Rico, 2009) de poesía y narrativa. Editó una revista de cine latinoamericano, titulada Entreextremos. Algunas de las antologías latinoamericanas donde aparecen sus poemas son: Nueva poesía hispanoamericana (Madrid, 2004) El estruendo de las rosas (Madrid, 2006), La trilogía Poética de la mujeres de Hispanoamérica: pícaras, místicas y rebeldes (México, 2004) y (Per)versiones desde el paraíso: poesía puertorriqueña de entresiglos (Revista de poesía Aullido, Huelva-España, 2005). Se publicó en España Poetas sin tregua, Compilación de poetas puertorriqueñas de la generación del 80 (Ráfagas, España). Coordinó durante varios años las lecturas bilingües de poesía en “Cornelia's Street Café”. De esa etapa surge y edita Noches de Cornelia/Nights of Cornelia (edición bilingüe, Buenos Aires, 2008), en la cual traduce a tres de los poetas. Entre sus proyectos inmediatos se encuentran: la novela Rojo sobre Manhattan y No hay nada que contar, proyecto antológico-fotográfico de poesía. Su poema en multimedia Tesis sobre los movimientos del mar aparecerá próximamente en el Primer Libro de los mares (New York, Editorial Homo Scriptum, 2010). Algunos poemas, cuentos y la revista de cine, se han publicado en revistas impresas y electrónicas de España, Latinoamérica y EE.UU y pueden leerse también en su página electrónica mmillan.com. Madeline Millán es profesora en FIT/SUNY.

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