FM ¿En qué circunstancias surge
la Fundación Editorial El Perro y La Rana, e de qué modo tiene alcanzado su
objetivo de democratización del libro y la lectura?
MM La Fundación El Perro y la
Rana es la materialización de un esfuerzo editorial que comenzamos desde el
Consejo Nacional de la Cultura (CONAC, antiguo ente rector de la cultura), bajo
la directriz de Farruco Sesto como presidente del antiguo CONAC, hoy Ministro
del Poder Popular para la Cultura, justo en el momento de recibir de Cuba una
donación de 25 millones de libros para el plan de alfabetización de Venezuela,
que en un año y medio tuvo un impacto tremendo en todo el país y cuestión por
la cual Venezuela fue declarado Territorio Libre de Analfabetismo por la
UNESCO. En ese momento, decía, tanto Farruco como el también poeta Gustavo
Pereira se preguntaban cómo corresponder al hermoso gesto cubano con una acción
que le hiciera justicia, es decir, al hecho de que un país bloqueado por el
imperio más grande que conozca la historia pudiera donarnos 25 millones de
libros. Como respuesta surgió la creación de la Biblioteca Básica Temática, con
títulos de interés general (las cooperativas, las fronteras, la tierra, la
organización social, el ambiente, la sexualidad, la lectura, hasta completar 25
títulos) y escritos por escritores, no por técnicos. Los libros los comenzamos
a preparar en el 2003, salieron publicados el año 2004 con el sello del CONAC
(hasta alcanzar la cifra de 25 millones), pero como te digo, son los
antecedentes de esta Fundación que el próximo febrero cumplirá dos años de
fundada. De ese esfuerzo que en un comienzo contaba con dos personas y una
computadora fue surgiendo la necesidad de pensar en una editorial nueva del
Estado venezolano, con un perfil masivo en sus ediciones y con una fuerte
impronta popular, es decir, distinta tanto a Monte Ávila Editores Latinoamericana
como a Biblioteca Ayacucho. Una editorial en pie de lucha, por un lado, por
otro, inclusiva, y que hiciera realidad un modo de producción que contemplara
la creación de un gran taller editorial, donde estuviesen reunidos lectores,
editores, transcriptores, correctores, diseñadores, diagramadores, para de esta
manera garantizar los tiempos de producción y el control de los costos de la
producción misma. Esto lo logramos equivocándonos lo más rápido que pudiéramos,
pues el desafío era el de llegar a imaginar y poner en marcha un taller que
pudiera llegar a editar mil títulos al año. Te podrá imaginar lo que esto
suponía cuando hablamos de que para aquel momento contábamos con una
computadora y dos personas. Pues bien, ese taller hoy día está montado, somos noventa
y cinco personas y con diversos equipos.
De varias maneras hemos visto
y vemos la realización de nuestros objetivos. Primero, poniendo el libro al
alcance de las mayorías en distribuciones completamente gratuitas o con precios
muy accesibles para el público de menor poder adquisitivo. Por ejemplo,
nuestros libros pueden ser adquiridos desde 25 centavos de dólar hasta dos
dólares. Son libros completamente subsidiados. También incorporando al mayor
número de escritores venezolanos que no tenían dónde publicar sus libros. Para
esto, en una primera instancia, creamos un certamen que lleva el título “Cada
día un libro”, en el primer concurso ganaron 169 (ya editados) y en el segundo
87 (editados en un 50%). Estimulando la creación de círculos de lectura (en
este sentido todavía falta mucho por hacer), dotando al circuito del libro de
una distribuidora nacional que hoy tiene el mismo tiempo de fundada que la
editorial El Perro y la Rana, y creando nuevas librerías del Estado (que hasta
hace muy poco eran 10 y en la actualidad contamos con 52, con mínimo de una
librería por cada entidad estadal. Fortaleciendo los eventos del libro, como el
Festival Mundial de Poesía (mes de mayo) y la Feria Internacional del Libro en
Venezuela (mes de noviembre), que son eventos nacionales, no sólo de la
capital, Caracas, que anteriormente devoraba para ella misma y unos cuantos
miembros de la clase “culta” los beneficios que llegan actualmente a públicos
muchísimos más numerosos y diversos.
FM Se consideramos su condición
de editorial del Estado, ¿cuál es su relación con el Ministerio de Educación?
MM Es muy difícil el trabajo con
una institucionalidad que venía con años de mal funcionamiento. Difícil el
trato, difíciles los acuerdos, difícil hablar el mismo idioma. En esto tenemos
una seria debilidad que esperamos modificar con las renovaciones de los puntos
de vista en el Ministerio de Educación y sus zonas educativas en el país.
FM ¿De qué modo se concretiza la
distribución de libros venezolanos afuera del país? ¿Cuál es el alcance de esa
distribución se pensamos en el mercado editorial español y hispanoamericano?
MM Pues para ser francos apenas
comienza, y comienza justamente con la creación de la
Distribuidora Nacional del Libro, con capacidad de establecer los acuerdos con
otros distribuidores o libreros internacionales. Y también para tener una presencia
efectiva en las ferias internacionales más importantes. De este modo, y desde
una política integracionista en Venezuela, creo que con el circuito
hispano-americano podremos más pronto que tarde tener un catálogo bien completo
y multinacional, al menos ese es el sueño, y un sueño que hoy ya cuenta con los
mecanismos y herramientas de los tratados culturales del Alba para poder
alcanzarlo.
FM ¿Es posible hablar de un
trabajo común envolviendo El Perro y La Rana y otros proyectos editoriales como
Fundación Biblioteca Ayacucho y Monte Ávila Editores?
MM Pero por supuesto que sí,
absolutamente cierto. Y no sólo como potenciales compañeras editoriales, sino
como lo que somos, una tríada editorial del Estado Venezolano con perfiles
definidos y con hilos institucionales bien claros, una tríada que semana a
semana se reúne todos los lunes en la mañana para analizar los planes y
proyectos de la Plataforma del Libro y la Lectura (integrada además por el
Centro Nacional del Libro, la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, la
Distribuidora Nacional del Libro, la Fundación Librerías del Sur y el Centro de
Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos).
FM Actuaste en la dirección
general del Festival Mundial de Poesía en su edición inaugural. ¿De qué manera
este dialogo con los escritores del mundo ha ayudado a difundir la literatura
venezolana?
MM De una manera formidable y
donde se unen varios aspectos, el primero, la calidez del contacto que tiene
repercusiones indecibles en el tiempo y en el diseño de trabajos en conjunto;
el segundo, la aproximación a la realidad venezolana de los escritores que ven
empañada su mirada por todas las mentiras que los medios privados de
comunicación comentan sobre nosotros, cuestión que se convierte en dispositivo
revelador de un forjamiento de una Venezuela más democrática y justa, y esto,
en no pocas ocasiones, se convierte en un estímulo de conexión para el diálogo
y la difusión de lo que realmente ocurre en el país, incluyendo por supuesto lo
que ocurre en la literatura, o en el mundo del libro y la lectura.
FM Se hablamos un poco de poesía,
¿cómo tienes observado en tu país las conexiones entre tradición y ruptura?
MM Hablar de tradición en Venezuela es justamente hablar de una constante
serie de rupturas. Nuestra tradición (si por ella entendemos una vasta y sorprendente
unidad heterogénea y multifacética) se le podría aplicar lo que Octavio Paz
llamaba “la tradición de la ruptura” en el siglo XX. Pero si ponemos en la
poesía en rigor “venezolana” como punto de partida a Andrés Bello ya hacemos
notar una ruptura con la tradición heredada de España, la poesía cumple con un
nuevo principio identitario y así inicia su ruptura con la poesía española, a
pesar de nutrirse sobre ese suelo (eso sin remontarse al español Juan de
Castellanos, el primer poeta que escribe sobre Venezuela). Pero desde entonces
hasta la actualidad (con sus debidos puntos álgidos y empozamientos) no ha
dejado de persistir un espíritu de auto-renovación. Cada nueva promoción se
opone de forma radical a lo anterior, pero a su vez destacan ciertas constantes.
Se puede sentir a Vicente Gerbasi en la poesía de Ramón Palomares como a Ramos
Sucre dentro de la poesía de Armando Rojas Guardia, como en cualquier
tradición. Pero lo que sí destaca es su heterogeneidad: a la vez que Ramón
Palomares iniciaba a experimentar fusionando la poesía de vanguardia con las
voces de la oralidad andina, trujillana, Juan Calzadilla desarrollaba sus
poemas satíricos bajo un lenguaje racionalizado y perfectamente gramatical por
llamarlo de alguna manera. Y ambos formaban parte de las trincheras del Techo
de la Ballena sin conflictos estéticos. La conciencia frente a la tradición es
ambigua, cabe mencionar, pues muchas veces si por un lado más rompe con la
“tradición”, por otro lado se asa con fuerza a otra. Actualmente pareciera que
no falta mucho para que las voces de la ruptura se hagan oír, ya que no es
osado decir que nos encontramos en un punto intermedio, laxo, entre un extremo
y otro, que amerita una nueva ruptura y un nuevo programa que forje, valga la
contradicción, nuevos espacios dentro de nuestra complicada tradición.
FM ¿De qué modo actúan las
representaciones diplomáticas venezolanas, en la esfera cultural, en otros
países latino-americanos? ¿Es posible deducir alguna interferencia negativa del
ambiente político?
MM Creo que en esta materia hay
mucho por hacer, por entender que la imagen del país debe pasar necesariamente
por las representaciones simbólicas en su sentido más amplio y por ello
patrimoniales para poder difundir una imagen más auténtica y palpitante de
nuestras realidades. Contamos también con delegaciones culturales en el
exterior que van de buenas a magníficas, pero en líneas generales el trabajo
está por hacerse. La interferencia negativa a la que aludes tal vez pudiera
relacionarse también con las respuestas interesadamente políticas y
despreciativas y alarmistas con las que aparecen marcadas ciertas acciones de
nuestras representaciones en el exterior, por ejemplo la publicación en Brasil
de obras de Bolívar en un tomo traducido al portugués que tiene como original
la obra publicada por nuestra Fundación Biblioteca Ayacucho, no es más que la
presencia obtusa de reaccionarios activadores políticos negados al diálogo que
hoy reclaman muchos pueblos como condición necesaria para poder crear una tierra
más emancipada de los grandes poderes imperiales. Así pues, amigo Floriano, que
sigamos nosotros los poetas construyendo ese universo de afinidades con el amor
y la fuerza de los versos y la música de nuestros sueños. Para ver si así...
FM Me arriesgo a preguntarte lo
que piensas acerca del vacío incuestionable existente en las relaciones entre
Brasil y América Latina, lo que es, aunque una lástima, un hecho histórico.
MM Es obvio que el principal sesgo existente entre la cultura brasileña con
el resto de América Latina es de orden lingüístico. Y por supuesto que esto ha
desarrollado culturas en cierta medida distintas, de hecho, diría divergentes
pues no difiere en nada el sustrato brasileño que el de cualquier parte de
América en su espíritu esencial, y nuestras historias han estado de alguna
forma u otra imbricadas (en lo político podemos decir que tanto para bien como
para mal, echando un vistazo al pasado siglo XX) pero la relación ha sido
permanente a pesar de la división histórica y lingüística. Pero Brasil hace
frontera con todos los países del continente y el sesgo no es tan profundo como
con las Guyanas. Ahora bien, creo que los intercambios se fortalecen, sobre
todo porque juntos bogamos hacia una unidad latinoamericana, y está en nosotros
y las próximas generaciones darle fortaleza a unos lazos que en realidad son
eternos. Creo que es un prejuicio de orden cultural que ha desalentado previas
iniciativas, pero que poco a poco, nuestras experiencias culturales se
enlazarán con mayor fuerza, atendiendo al constante intercambio entre ustedes y
nosotros.
[2007]
NOTA
La Fundación Editorial El Perro
y La Rana es un proyecto del Gobierno Bolivariano de Venezuela, que tiene por
lema: “El pueblo es la cultura”. Su actividad editorial desarrollada desde la
creación, en 2005, ha generado un cambio concreto en la política cultural
venezolana. Con una inestimable diversidad de títulos, la editorial incluye
colecciones de clásicos, contemporáneos, antologías, biografías, diarios,
crítica, pedagogía, crónica, teatro, de autores de todas partes del mundo. Es
una aportación sin igual en el mundo editorial de nuestro continente. Además de
las publicaciones, Fundación y Ministerio de la Cultura trabajan, de manera
integrada, en la gestión de concursos literarios, premios internacionales, y la
producción del Festival Mundial de Poesía de Venezuela, que tendrá en 2008 su
cuarta edición. El poeta Miguel Márquez (Caracas, 1955), quien habla aquí con
otro poeta, el brasileño Floriano Martins (Fortaleza, 1957), acerca de la
creación y desarrollo de la Fundación Editorial El Perro y La Rana, es su
presidente, además de un hombre apasionado por la perspectiva humanística de
recuperación de la dignidad encubierta de nuestra América y el papel
fundamental que representa la gestión correcta y justa de una política
editorial.
Entrevista publicada na Agulha Revista de Cultura # 61 — Janeiro
de 2008.
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