FM Borges solía citar algo que
le dijo Alfonso Reyes: “Publicamos para no pasarnos la vida corrigiendo los borradores”.
Y agregaba: “Es decir, uno publica un libro para librarse de él”. ¿Piensas que la
publicación de la poesía es parte necesaria del destino de un escritor? ¿A quién
se destina la poesía?
JSN Prefiero la naturaleza a las bibliotecas o a las ruinas circulares del poeta genial que fue
Borges. Así, más que a las letras, la poesía para mí está ligada a los milagros
de la vida, esa explosión natural que tanto tiene que ver con la palabra como con
una flor. Se escribe por impulso vital, registro del misterio que se llegó a develar.
La poesía ahí existe en sí misma, vale por sí, es como oro batido, ya antes entero,
atrás, en las aguas que corren o en el fondo de la tierra, o como fruto en el gajo,
la razón del árbol, fuerza de raíz; el resto vendrá después - puro accidente. El
fondo del baúl de Pessoa es el mejor ejemplo.
FM ¿Crees, como Hölderlin, que la inspiración desciende infinitamente
de los dioses?
JSN Este poeta pagó su lucidez con la locura. Pero siempre estuvo
seguro, como Van Gogh, tan valioso en su tiempo como ahora, y no porque una obra
suya haya pasado a valer fortunas. Pues tienen razón los “suicidados de la sociedad”,
conforme Artaud. Es claro, lo que nosotros vemos (y oímos) desciende (o sube) de
los dioses, sean ellos, dentro o fuera de nosotros, las circunvalaciones de la memoria
o los elementos desatados. Recibimos por inspiración, como en el mito hindú se anima
el soplo de Brahma.
FM ¿Hasta qué punto es posible
hablar de la influencia de Jorge de Lima en tu poesía? ¿Qué otros autores tuvieron
importancia, y en qué nivel?
JSN Creo que todos los que pretendan hacer poesía en portugués,
después del 45, no pueden prescindir de ningún autor nacido a partir del 22, cuando
comienzan a emerger en brasileño cumbres más o menos eminentes. En lo que me concierne,
sin mencionar lo que está detrás y representa en los siglos la coherencia indispensable
de nuestra organicidad poética, Bandeira, Drummond y João Cabral fueron claves. Jorge de Lima es como
un fresco. Total. Registro de nuestras
raíces, lenguaje creado o heredado, mito y misterio, la complejidad del universo
referida a través de lo local. Así como Drummond estableció el código del decir
poético en brasileño, Jorge de Lima abrió peculiaridades a lo universal. Por lo
tanto, responden mejor a mi inquietud. Sin contar los clásicos ni otros nombres
que siguen siendo indispensables en la historia literaria, el triángulo sobre el
que edifiqué mi modo de ver y de oír lo forman Hölderlin, Rilke y Pessoa, socorrido
por otras formas de lenguaje, cuando crecen
en mí Bach, Beethoven o Bartók; Da Vinci, Van Gogh o Klee. Cualquier otra
mención, “diluvialmente” hablando, equivaldría a la diferencia entre el casco del
Arca y su línea de flotación.
FM Tu poesía, principalmente
la de los libros más recientes, se caracteriza por una reafirmación de la imagen,
del mundo como imagen; por el hecho de ser una poesía de significados y no de signos,
y por cierto rechazo al vacío obsesivo de la técnica, al presentar una visión particular
del mundo. En una época caracterizada por la pérdida de la imagen del mundo, la
crisis de significados y la valoración de la técnica, ¿ella no correría el riesgo
de convertirse en puro anacronismo?
JSN El signo es una
señal, vacía sin el significado. Y éste
suma a la convención su propia virtualidad. Así, no es signo el origen y se puede
hablar del significado del significado.
En ambos extremos se sitúa el hombre, y entre ellos se divide, inventando sus orígenes
y sus fines. ¿Cómo, en este caso, eludir la imagen? El mismo lenguaje abstracto,
incluso el científico, no pueden abdicar de ella, guión de visible-invisible. La
sobrevaloración de la técnica sólo puede llevarnos a la destrucción, y el aviso
está dado desde el Apocalipsis. Por lo tanto, al percibir en mí el soplo creador,
quedo atento a su origen y quiero saber de su finalidad, y el proceso se inicia
por una cascada de imágenes. Aunque las
modas impongan la intención de la regla, ese impulso ¿sólo? moverá a los
rebaños. Pero el poeta, como ser que profesa la libertad, ferozmente individuo,
quiere oír la señal de la totalidad y reafirma o reinventa los signos capaces de
reordenar el mundo según el límite infinito del propio corazón, esa parcela que
estalla. Y será entre la soledad y la plenitud donde hombre y mundo se fusionen
aniquilando cualquier intromisión. Que nuestra época haya cambiado el todo por la
parte o que anteponga sus artificios a lo natural es “una cuestión de época”. El
soplo primigenio continúa alentando, y ya se comienza a reclamar por el “grito primordial”.
El poeta es libre de elegir entre cualquiera de los extremos. Por mi parte, tengo
el compromiso de hablar como siento, según los infinitos del límite de cada uno,
y pienso que antes que lo anacrónico está lo eterno, y que continúa después. También
será moda lo antiguo olvidado que se recordó. Y riesgos, hay que correr. Las crisis
son “riesgo y oportunidad”.
FM Leyendo tu ensayo Situação de Pessoa na poesia do século
XX, algo en particular me llama la atención: veo allí por primera que un poeta
brasileño se refiera a los estridentistas de Jalapa (movimiento surgido en
México en la misma época que nuestro modernismo, o sea, entre dadá
y el Surrealismo); más que una simple referencia, que se ocupe de subrayar
una correspondencia “en tiempo y adecuación” entre ambos movimientos. En el decurso
del mismo ensayo, al encontrarme con la cita de nombres como Martín Adán y Rogelio
Sinán, pienso una vez más en el casi insalvable hiato cultural existente entre las
literaturas brasileña e hispanoamericana. El poeta uruguayo Mario Benedetti cree
que ese aislamiento cultural existe no solamente en relación con el Brasil, sino
entre todos los países americanos, y que es resultado de las dictaduras instaladas
en todo el continente. ¿Crees que sea ésta la única justificación posible para este
extraño distanciamiento? ¿Y cuáles serían sus consecuencias más dañosas?
JSN Un buen estudio de literatura comparada demostraría maravillosas
coincidencias de trayectoria entre la poesía mexicana y la brasileña. Lástima que
a la universidad actual le preocupe más la ciudad que el universo, y la carrera
o los papers valgan más que la aventura
de la identidad; empezando por la propia fuente, pues es inconcebible que en esta
institución, con referencia a “medieval”, continuemos escuchando la estúpida frase
hecha de que la Edad Media fue la época de las tinieblas, cuando de tinieblas y
de luces padecen todas las eras. Así, buscando el todo en las partes, se observa
que, coetáneos, el estridentismo de Jalapa
y la antropofagia de San Pablo se complementan.
Culturalmente, México es el hermano mayor en América Latina y tuvo, con su enorme
revolución, la extensa articulación del virreinato, la densidad múltiple del indígena
precolombino, núcleos y vectores desde donde pueden partir o explotar las líneas
de fuerza o las energías cerradas de toda nuestra falta de coherencia colectiva.
Bastaría una somera mirada a esos dos países para percibir cómo las discordancias
del presente esconden una potencia fantástica que, envolviendo en círculo el
pasado y el futuro, hace de nuestro continente, específicamente, la garantía del
plan oculto de la creación, y, conforme la ruta solar, la garantía de que el ovillo
de la historia siempre acaba por soltar la línea recta. Por consiguiente, en el
gran drama de la vida reflejado por el espejo literario, hubo un momento en que
la malicia mejicana y la ingenuidad brasileña convergieron. A la distancia y sin
comunicación. Para formular un mismo principio -igual y diferente- de renovación.
Para que algo nazca, algo se tiene que romper, y este enlace entre la vida y la
muerte es lo que distingue a ambos movimientos. Por las características de México,
el estridentismo tenía forzosamente que
ser una explosión urbana de encuentro con la civilización; mientras la antropofagia brasileña, concebida a partir
de una ciudad que el tiempo consagraría como el centro industrial de nuestra América,
iría al encuentro de las raíces, deglutiendo en lo primitivo las complejidades heredadas
o, mejor, impuestas por la colonización. Los liga la herencia aceptada de Europa,
a la manera inocente o maligna de la consagración infantil (dadá) o de los
abismos oníricos (Surrealismo) que, en el Brasil, se reparten entre Tarsila,
Oswald, Raul Bopp y Murilo Mendes. Y más aún, los contemporáneos mejicanos también coinciden con nuestros poetas de la
fase “heroica” o de formación, y las temáticas de Drummond, Cassiano Ricardo, Cecília
Meireles etc., encuentran correspondencias admirables allá. Y todavía, coincidiendo,
ya en nuestros días, con el constructivismo deflagrado a partir de 1945, se suceden
los textos, acá y allá, como si fuera un diálogo de sordos pero entre primos hermanos.
Valdría despertar la curiosidad de los investigadores pidiéndoles que procurasen
conocer a Ramón López Velarde o a José Emilio Pacheco, para sentir cómo ellos podrían
haber escrito en portugués, realizando aquí, sin perjuicio de la categoría lírica,
el tránsito del siglo XIX al XX, como lo hizo Ribeiro Couto, hasta lo cotidiano
y la protesta según la inquietud posterior de Lêdo Ivo. Y, si miramos atrás, llega
la mención de Sor Juana Inés de la Cruz o de Gregório de Matos. La gente ahora entiende
por qué los enlatados de la TV, ligándolos, tratan de separarnos; pues nuestro trazo
de unión (o raya) son nuestras diferencias.
Similares. Diría además que lo que se diga para México vale para toda América, sin
excluir siquiera al Canadá y los Estados Unidos, siempre que nuestra atención no
se distraiga de lo que es auténticamente cultural. Entre tanto, en lo que concierne
al mundo abajo del Río Grande o Río Bravo, urge instalar en el empobrecido y escuálido
currículo nacional , más que una cátedra, la residencia de nuestra comunidad continental.
Por zonas, el Plata o los Andes, el Caribe, el Istmo o la Parte Ecuatorial, desde
Jalisco (no te rajes!) a la Patagonia,
todo ha de convergir en el corazón del Brasil. Y no sólo en el corazón, también en el cerebro y en la entraña. Podemos
honrar la Trindad, que forma parte antigua de nuestras devociones, sin menosprecio
de la Trimurti oriental, según los valores de la Tríada, que la Física actual, más inclinada al número que al experimento, comienza a comprender entre el yin y el yang. Pues esto somos, los desheredados de América, más allá de nuestras venas abiertas: la
mágica posibilidad complementaria de reunir macho y hembra en un globo perfecto
o círculo de luz. Lo supo y lo sabe, porque siempre lo supo, la Poesía. No quiero
hacer ahora un rosario de nombres, ni me fastidia cualquier lista biográfica. Pero, cuando sacudamos nuestra
pereza o nuestra desconsideración, el paraíso de nuestra ignorancia será compensado
con el tejido orgánico de nuestro acto o de nuestra inspiración, que así incluirá
totalmente, como la piel envuelve el cuerpo, el aticismo barroco de un Franz Tamayo,
en Bolívia, y los atomismos parnasianos de los hermanos Campos, en Brasil. Neruda,
Vallejo, Parra, Huidobro, Carranza, Cardenal, Borges, Benedetti o Paz, son eminencias evidentes,
pero no estarán solos. Nosotros, los brasileños, por ejemplo, nos sorprenderíamos
si comparásemos la evolución de Rogelio Sinán con el despliegue de nuestro modernismo, y lo consideráramos en la tela de la poesía panameña, tan firme
y esplendorosa como la nuestra; y el Surrealismo esotérico de Martín Adán, junto
con el de sus émulos argentinos o mejicanos menos divulgados, mucho favorecería
nuestra inquietud, considerando la magra cosecha del Brasil en este sentido. Nótese
que el hiato no es sólo internacional; dentro de nuestras fronteras, desde Oiapoque
a Chuí, o desde Rio Apa a Fernando de Noronha, mi coterráneo Érico Veríssimo ya
decía que somos un archipiélago… cercado de silencio por todas las aguas, podríamos
agregar.
Pienso, también, como Benedetti,
pero un poco diferente. Las dictaduras son efecto y no causa, y se instalan con
el objetivo de mantenernos así, aislados. Entre tanta justificación injustificada,
para el diagnóstico de nuestro atraso, todas han de reducirse al carácter de nuestra
colonización. Al contrario del Mayflower,
que religiosamente trajo hacia estas costas una revolución de raíz medieval, las
naves peninsulares sólo aportaron el dogma. ¿Quién sabe, con lucidez, a excepción
de Pietro Ubaldi, qué planes redimen el mono en el hombre? Por lo tanto, si vale
la intuición poética y la lógica histórica, yo estoy seguro de que nuestra miseria
presente es el fermento de nuestra misión futura, y América seremos todos juntos,
mirando sin polaroid la humanidad, que
ya puso el pie en otro espacio. Sin embargo, no me ilusiono, será preciso consumir
nuestro dolor y, así, la recesión económica -resultado de la recesión de la inteligencia
y de la moral, que nuestro Brasil comparte con las demás regiones americanas- será
el caldo de cultura o el abono que propiciará el florecimiento del fruto o el nacimiento
del animal, que van a alimentar o a hacer mover la rueda de la fortuna. Una ley
superior nos enseña que antes es preciso destruirse y madurar, lo que sólo ocurre
por voluntad o por rebeldía. En seguida veremos, en lo que concierne al continente,
que los intereses nacionales o las barreras del idioma serán menos poderosos que
la vocación de unidad. Para ella y por ella, aquí estamos.
FM Si por un lado nosotros tenemos,
dentro del universo de la Modernidad de la poesía hispanoamericana, una relación
íntima (aunque jamás señalada por la crítica) con las doctrinas herméticas y ocultas;
o sea, si esta poesía era (¿todavía lo será?) adepta confesa del paganismo, por
otro lado la poesía brasileña estaba (y todavía lo está) visiblemente marcada por
sus relaciones con el positivismo y la razón crítica, o sea, una poesía comprometida
hasta médula con las ruinas del espiritualismo cristiano. ¿Sería posible establecer
parámetros de beneficios y/o perjuicios en lo tocante a las relaciones aquí expuestas?
JSN Un mero examen del barroco hispanoamericano, principalmente
de las tallas y pinturas preservadas en la faja andina, México y adyacencias, puede
evidenciar cómo esa expresión artística representa el enlace entre las cosas herméticas
y el paganismo, ya en el gran impulso de la segunda mitad del Setecientos fortalecido
por la mitología masónica. Tal ejercicio visual marca la expresión poética, desde
los albores hasta el moderno flujo semiótico. Sobre, o bajo la estética aportada,
valga insistir en el poderoso y asombroso sustrato indígena. En el Brasil, a pesar
del Aleijadinho, fue lo contrario; es estéticamente escaso el sustrato que podíamos
heredar de nuestros salvajes, o menos intelectual la riqueza traída por los negros
africanos. No obstante que nuestra poesía se haya definido, después de la gloriosa
excepción de Gregório de Matos, ya bajo el influjo del racionalismo francés, hacia
la consagración positivista del siglo XIX, permeó la cultura popular cierta herencia
mística, hermética y mesiánica, recibida a través de lo luso, de manera heterodoxa,
y viva en el culto de lo Divino o en los mitos alquímicos de El Dorado y de Avalón.
Habrá ejemplos que sólo la poesía de Jorge de Lima lleva a luminosas consecuencias.
También a este respecto, un intercambio cultural más intenso contribuiría a un impulso de mayor pasión, de osadía mayor,
el dejarse llevar por la marea de la vida, entre los trópicos y la sangre, que un
positivismo enclenque o la importada razón crítica de hecho hacen mermar en nuestro
ímpetu. Entre tanto, a través de lo épico y de la protesta social, además de la
brasa etnográfica por la cual el sentimiento religioso emerge de manera heterodoxa
de manifestaciones folclóricas como el Bumba-meu-boi, las generaciones que
trataron de escribir después de los años 70 tienen a disposición una base poética
que podrá facilitar la aproximación de dos idiosincrasias, acortando la separación
de los dos idiomas, con superación de los perjuicios y multiplicación de los beneficios.
Resisto a la tentación de
mencionar nombres, porque uno no se engaña cuando advierte sobre los riesgos de
la precipitación, la desinformación y los afectos, que tornan aleatorias esas menciones.
Pero, incluso con los más notorios y pregonados, al margen de cualquier rigor, de
cualquier criterio de calidad, cualquiera de nosotros tendrá, de punta a punta del
país, una lista que compruebe la vitalidad de la poesía brasileña, su presencia
y sus conexiones con lo que se escribe en español. Lo cuantitativo también es un
presupuesto de valor. Cuantos más nombres haya para confrontar con la crítica o
con el gusto personal, tanto más visible será aquel que sintetice las cualidades
o los desconsuelos de su época. Que Rosa, Lispector y Suassuna no encabecen las
listas del boom latinoamericano, no los
excluye de sus brillantes convergencias o armoniosas conciliaciones. Quiero decir
que, también así, nuestra poesía actual, a pesar de la severidad o de las complacencias,
prefigura en cantidad y en calidad la mano que va a partir el pan en la cena americana.
Sólo entonces podremos saber lo qué era real y qué fue oficial, y la confusión de
ahora se resolverá. Pero importa reconocer desde ahora que somos muchos y estamos
vivos, ni más allá ni más acá de los que hablan español, y la característica común
será el conflicto de dos épocas o el choque de dos pensamientos. Más que lo ortodoxo
o lo heterodoxo, lo paradójico puede franquear nuestras barreras; entre la gracia
divina y el realismo mágico, desde el sentido hermético al insulso positivismo,
están ahí el barroco, el Surrealismo, la semiótica, el lirismo épico, el esoterismo
o la protesta social, como dicen, para comprobar que algo de nuevo, extra- europeo,
se propaga por estos lados, dando mayor complejidad y apertura a las direcciones
que heredamos del mundo hispánico. Hoy estamos viviendo con una perspicacia inédita -y ésta es una de las
crestas de la crisis- el conflicto entre los conceptos de vida pagano y cristiano,
de eternidad. Mirando al futuro, y a partir de nuestra etnia misturada, la unión
(o confederación según quieran) de la América de dos idiomas es una solución, que
el testimonio poético ya ha anticipado.
FM Octavio Paz, en su El arco y la lira, decía que “el
marxismo es la última tentativa del pensamiento occidental para conciliar razón
e historia”. ¿Crees en la validez de esa afirmación?
JSN Dan ganas de decirle a Octavio
Paz que no tenga razón, tal cual le decía Álvaro de Campos a Fernando Pessoa; ellos
mezclan matemáticamente lógica e intuición. Desde Descartes que se trata de conciliar
razón e historia, no siempre prestando a atención a aquella advertencia de Pascal
sobre las cosas del corazón. Pues, sin excepción, todas las ideologías del siglo
pasado, y entre ellas sobresalen el gigantismo de Marx y el titanismo de Freud,
terminaron perdiendo la partida. Hoy es más actual llevarse por lo antiguo, buscando
el equilibrio de cuerpo, alma y espíritu. Cualquier tentativa de pensar fuera de
este triángulo, que puede ser leído de abajo para arriba o de afuera hacia adentro,
significa reducción y será siempre una tentativa frustrada.
FM Nuestra obsesión por el futuro, por los cambios, por
el progreso, nos arrastró de forma definitiva al centro de una ilusoria inmovilidad.
De este modo, aquello que nos acostumbramos a llamar trasgresión, después de una
sucesión ininterrumpida de repeticiones, pasa de tal manera inadvertido, que nos
hace cree que la única forma posible de trasgresión, actualmente, es su opuesto,
el conservadurismo. ¿No habría un punto de
intersección entre los principios de cambio y permanencia?
JSN Totalmente de acuerdo con su afirmación. Las dos dictaduras
que nos afligen, tanto la política como la económica, se abarrotaron de razón, hasta
el punto de entronizar la lógica del absurdo: el movimiento inmóvil. La insanidad
se convirtió en regla y estamos viviendo en carne y alma la “waste land” entrevista
por Eliot (siempre los poetas). La trasgresión, en este caso, deja de ser crimen,
pues adapta nuestra rebeldía a los “paraísos artificiales” que nos prometen o nos
imponen, y es, de manera conservadora, un acto en pro de la salud. Quedamos nosotros,
los individuos, en el mundo amplio ya devastado, sobre nosotros las vastedades consteladas
-de un modo u otro, último refugio de nuestra trasgresiones. Entonces, mentalmente,
miro el lago extendido hacia la calma de la mañana: una leve brisa encrespa suavemente
su superficie y el sol cae de plano sobre la infinidad de crestas que lo cubren
de de margen a margen. Estas perturbaciones no representan la totalidad del lago.
A la nochecita vuelvo a contemplar las aguas serenas; en la lisa superficie ni una
casa roza el espejo líquido que refleja el cielo. Tiro una piedra, y los círculos
concéntricos se expanden. Así todo depende del ojo que ve o de la mano que se mueve;
el lago es siempre el mismo, accidentado en mí. Lo que hoy sufrimos será causa o
efecto y el pueblo sabe que “nada acontece por azar” y que “todo lo que es demasiado
es mucho”. Las ideas y las técnicas nos llevaron a intervenir en el mundo. Eso tiene
consecuencias, altera y prepara la paz que ansiamos. Y el punto de intersección
entre los principios de cambio y de permanencia ha de ser como la luz que es la
misma entre la cresta de las olas y la lisa superficie, o, en la extensión de la chapa de agua el círculo que se acaba
en las márgenes. Lo máximo es mirar a los otros como nos miramos a nosotros mismos,
sin hurtar a los hechos nuestro gesto de amor. Y todos seremos un día el lago, reelaborado
en nosotros. Ahí el juego de poder, que todavía se engaña con el progreso, cederá
al conocimiento, y se sumará el sentir al comprender cómo se suman los individuos
en el colectivo. La felicidad ha de llegar para todos o no llegará para ninguno.
FM ¿Todo ya fue escrito?
JSN Respondo con la sabiduría del lado occidental, repitiendo
salomónicamente, según el Eclesiastés, que “no hay nada nuevo bajo el sol”.
Pero las formas se renuevan y sólo en este sentido, finalmente el poeta puede aventurar
que “la chair est triste et j'ai lu tout les livres”. Artísticamente, la cuestión
es cómo se puede llegar a la verdad general partiendo de la verdad de cada uno,
como en sus ejercicios espirituales el santo busca la cara de Dios. El acto poético
es el poeta hojeando un libro en busca del Libro que jamás podrá escribir.
[1992]
JOSÉ SANTIAGO NAUD (Brasil, 1930)
Poemas sem domingo. Ed. Revista Princípio. Porto Alegre.
1952. / Cartas a Juanila. Ed. do Autor. Porto Alegre. 1953. / Noite elementar. Ed.
do Autor. Porto Alegre. 1958. / Hinos quotidianos. Livraria São José. Rio de Janeiro.
1960. / A geometria das águas. Ed. Globo. Porto Alegre. 1963. / O centauro e a lua.
Livros de Portugal. Rio de Janeiro. 1964. / Ofício humano. Livros de Portugal. Rio
de Janeiro. 1966. / Verbo intranqüilo. Coordenada Ed. Rio de Janeiro. 1967. / Conhecimento
a oeste. Moraes Editora. Lisboa. 1974. / Dos nomes. Oca Ed. Rosario, Argentina.
1977. / Noção do dia. Coordenada de Brasília/Oca Ed. Brasília. 1977. / HB Promontorio
milenario. Ed. Herrerabarría/IGCA Industrias Gráficas. Panamá. 1983. / Pedra Azteca.
Ed. Papeles Privados/Ed. Mester. México. 1985. / Vez de Eros. Thesaurus Ed. Brasília.
1987. / As colunas do tempo. Oca Editorial. Brasília. 1989. / O olho reverso. Thesaurus
Ed. Brasília. 1993. / Memórias de signos. IEL/Instituto Estadual do Livro. Porto
Alegre. 1994. / Os avessos do espelho. Thesaurus Ed. Brasília. 1996.
[Escritura
conquistada. Conversaciones con poetas de Latinoamérica. 2 tomos. Caracas:
Fundación Editorial El Perro y La
Rana. 2010.]
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