FM Recuerdo unas palabras del argentino Francisco Madariaga,
dichas justamente en una conferencia en tu país: “Todo escritor, o poeta, surge
de un medio, natural o urbano, y camina por los Caminos Reales de su tierra, sin
saber hasta dónde estos lo pueden llevar”. ¿De dónde surge Renée Ferrer y por dónde
ha caminado?
RF Renée Ferrer surge de un hogar sencillo, con una madre
uruguaya y un padre, que nació hijo de inmigrantes catalanes, de profesión panaderos,
y terminó siendo Decano de la Facultad de Química de la universidad nacional. Tengo
el convencimiento de que cada uno traza realmente los caminos de su destino, pero
es indudable que el medio donde se desarrolla tiene una gran influencia en la personalidad.
Debido a la ascendencia de mis progrenitores mi visión del mundo, durante mucho
tiempo, tuvo el sello de los elementos fonáreos que sus culturas aportaban, y la
carencia de un sabor netamente paraguayo, por ejemplo en mi casa no se hablaba el
guaraní, hecho generalizado en la mayoría de las familias paraguayas. Por otra parte,
la cultura de mi madre me ayudó a frecuentar desde muy joven la música clásica y
la literatura francesa, rusa, inglesa, además de los novelistas españoles y norteamericanos.
Ya con anterioridad mi abuelo paterno enriqueció mi infancia con los libros de Perrault,
Christian Andersen y los hermanos Grimm, y mi padre la zarzuela y la voz de Carusso.
Vengo de ese amor a la belleza dada como ingrediente natural de la vida y voy por
los caminos de la palabra intentando descifrar el mundo y mis propios enigmas siendo
fiel a esa belleza. En mí se ha dado el fenómeno de partir de esa visión universal
para ir adentrándome cada vez con mayor intensidad en lo particular, en la paraguayidad
y el destino singular de mi país.
Creo que me estoy volviendo cada
vez más paraguaya y siento una inmensa compasión por las vicisitudes en que se debaten
muchos paraguayos. La prueba más cercana de lo que estoy diciendo es mi novela histórica
Vagos sin tierra, donde intenté sumergirme hasta la médula del alma paraguaya.
FM Aunque no participaste efectivamente del grupo reunido en
torno de la revista Criterio (1966-1971),
tu nombre se encuentra entre los de diversos poetas que, según Teresa Méndez-Faith,
testimonian “la angustia y la esperanza de una época oscura y trágica del Paraguay
contemporáneo”. ¿Podrías hablar de esos primeros momentos de tu búsqueda estética?
RF Lamentablemente no me involucré de lleno con el grupo
que se formó en torno a Criterio, y digo lamentablemente porque hubiera salido
sumamente enriquecida. No es que no los conociera, sino que por el entonces de mi
adolescencia yo era un ser solitario, encerrada en mi propia vida y mis propios
sentimientos. Mi contacto con los poetas de mi generación eran esporádicos y mi
poesía inicial se fue plasmando sin tener una clara conciencia de los criterios
estéticos que la regían.
Por ese entonces yo estaba aún
con la mirada puesta en el mundo, en la guerra de Vietnam, en el hambre del Asia,
los viajes espaciales, el origen del universo, la destrucción nuclear, temas que
se reflejaron en mi poesía desde el segundo libro publicado en 1967. Fue en la década
de los años ochenta cuando empecé a ver realmente la situación del Paraguay, hecho
que me movió a utilizar la prosa en lugar de la poesía. Así nacieron algunos cuentos
de La Seca y varios capítulos de Los nudos del silencio, publicada
en octubre de 1988, antes de la caída de Stroessner.
Mi primera búsqueda estética está
centrada en la frecuentación de Rubén Darío, Amado Nervo, Gustavo Adolfo Bécquer,
Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Juana, y los poetas de la generación
del 27 en España, además de los clásicos que se leían en el colegío secundario.
Pero si tengo que reconocer una
influencia moral debo elegir el poema “Si”, de R. Kipling, el cual ha dejado una
marca indeleble en mi actitud ante la vida y ante el arte.
FM ¿Cómo te sientes pr entero relacionada con la literatura
paraguaya? Me refiero a un punto central de identificación con lo que se escribe
en tu país.
RF Por supuesto me siento parte de la literatura paraguaya,
porque nací en el Paraguay, vino aquí y escribo sobre “este lugar que me fue dado”
“para amar, reír y decir mi palabra”. Ahora, cómo se inserta el Paraguay es otra
cosa. Inicicialmente la presencia del país en mi poesía se circunscribió al paisaje
y mi relación con él. Más adelante, me perturbó la situación política, la marginación
de la mujer, los desheredados de la tierra, preocupación que se manifiesta ya en
los cuentos como “Y… anda por ahí nomás”, “El Pozo”, “La muertita”, “Tina”, así
como en varios capítulos de mi novela Los nudos del silencio, aparecida en
octubre de 1988. y en el poemario Viaje a destiempo, dedicado a los torturados
y desaparecidos durante la dictadura de Stroessner. El momento de la toma de conciencia
de que como escritora debía decir algo sobre la opresión de mi país, se remonta
al inicio de la década de los años ochenta, tal vez un poco antes, cuando empecé
a escribir cuentos, justamente movida por esa necesidad interior. Pero es con mi
novela histórica Vagos sin tierra que me sentí más paraguaya que nunca, pues
profundicé con pasión en la paraguayidad,en la idiosincracia del pueblo y en las
cosmovisiones de las etnias existentes en el siglo XVIII. Con esta obra creo que
también se da en mí la asunción de la lengua autóctona como parte esencial del alma
paraguaya y el empleo del castellano paraguayo de una manera más profusa que en
mis libros anteriores. Todo esto, además de estar incluida en los manuales escolares
y en los programas de estudio de nivel medio y universitario ha acrecentado esa
sensación de pertenencia.
FM Dentro de una mirada estética, me gustaría saber cuáles
son tus relaciones con otros poetas hispanoamericanos. No hago esta pregunta pensando
en una limitación de tu universo de diálogo con otras poéticas, pero sí me preocupa
otro aspecto: qué impide relaciones más cercanas entre los países que componen Hispanoamérica.
RF Creo que mis afinidades no son exclusivas. De pronto me
siento muy próxima a Pablo Neruda, a Amado Nervo, Alfonsina Storni o Delmira Agustini,
sobre todo en los comienzos, para luego girar hacia un Gonzálo Rojas, un César Vallejo
o un Octavio Paz. No tengo muy claras esas influencias, aunque sé que existen en
todo escritor, porque siempre intenté transitar varios caminos.
En Latinoamérica no existe, por
lo general, una relación muy estrecha entre los poetas; el conocimiento, salvo la
lectura de los nombres consagrados, es bastante limitado. Cada país es un mundo
encerrado en sí mismo, sobre todo Paraguay, que ha sufrido el enclaustramiento tanto
geográfico como ideológico. Tal vez por ahí deban buscarse las razones. Nuestro
panorama se agrava por el aislamiento que sufrimos, la carencia de revistas literarias,
las cuales llegan en forma irregular y a unos pocos suscriptores, los escasos intercambios
intelectuales. Por qué esa falta de relacionamiento y profundización de las obras
de los autores de América latina. No creo que la respuesta sea sencilla. Las distancias
son enormes y los canales de comunicación deficientes. Pero aun con los países limítrofes
hay una falta de fluidez en las comunicaciones, una gran dificultad para editar
afuera, un gran individualismo también, que afortunadamente se está rompiendo gracias
a los encuentros y congresos de escritores, donde podemos intercambiar libros y
experiencias. Este no es, sin embargo, un sistema que rinda frutos masivos. Es impresionante
la cantidad de escritores que existimos y lo poco que nos conocemos y nos leemos.
FM Varias son las referencias a la condición de exilio en
lo que repecta a la poesía paraguaya. Por un lado, poetas esenciales como Hérib
Campos Cervera o Elvio Romero, han escrito casi toda su obra en el exilio en Argentina.
Por otro, Josefina Plá, que ha resistido con firmeza a las dificultades internas,
es natural de Islas Canarias, viviendo en Paraguay una manera curiosa de exilio.
En tu caso, ¿cuán decisiva ha sido en tu poética la convivencia con esa cultura del exilio?
RF En realidad esta cultura del exilio, como tú le llamas,
es una característica de la literatura paraguaya, ya que una parte importante de
la misma se escribió en el exterior y la otra, la menos conocida y valorado, dentro
de nuestras fronteras, en una suerte, o mala suerte, de exilio interior, o “inxilio”,
como dijo alguien refiriéndose a este encierro que nos ha marcado en una forma muy
aguda también a los que nos quedamos adentro. Y te diré cómo, por lo menos desde
mi óptica. Se vivía, o se vive (porque las secuelas del aislamiento no se superan
tan fácilmente ), como separados del resto del mundo, como en un espacio de no pertenencia,
desconectados de la palpitación cultural del universo, como en un tiempo retrasado,
con el cual nos cuesta aún ponernos al día. Si bien no dejamos el país, es como
si el tiempo del resto del mundo nos hubiera dejado a nosotros. Es cierto que las
comunicaciones actuales y la apertura política han ayudado a superar en alguna medida
ese extrañamiento de todo lo que acontece en ese “ahora”, que pareciera seguir llegando
retrasado.
La dificultad de dar a conocer
nuestras obras, la ignorancia casi total en ciertos casos de la existencia de una
literatura paraguaya dentro de nuestros límites geográficos nos llega como una puerta
que se cierra dejándonos adentro. Claro que estas reflexiones se las hace a partir
de una pregunta, tal vez no llegaríamos a ellas conscientemente. Es curioso que
Josefina Plá haya elegido este exilio interior, que para ella era un exilio de su
propia tierra; pero hay que tener en cuenta que este país se le metió hasta la médula
como un sueño, o pesadilla, del cual uno no puede desprenderse. En mi caso, sobre
todo al comienzo de mi vida literaria, he vivido bastante aislada.
Mi casa de la infancia era también
un territorio, en cierta forma, fuera de contexto de esa paraguayidad que fui asumiendo
con el tiempo, y la primera parte de mi obra, presenta, por los temas que toca,
una búsqueda de esa universalidad que es como un anhelo imperioso de participación
en el todo. Ser parte de la humanidad, ser un ciudadano del mundo, reflexionar sobre
los problemas de ese mundo, es una determinación que modeló los primeros tramos
de mi trayecto creativo. Sólo más tarde viene esa conciencia de pertenencia a este
lugar y con ella la desesperanza del exilio interior, ese saber que todo nos resultará
más difícil porque, estando adentro, sin embargo estamos afuera de un sinnúmero
de posibilidades.
FM Me gustaría que hables un poco acerca de la importancia
de una poeta como Josefina Plá en la comprensión de la cultura paraguaya como una
fuerza en sí misma. Me parece que esa mujer es una de las pilastras más fuerte de
la cultura en tu país, cuyo comportamiento debe ser admirado y seguido por todos.
RF Yo creo que toda cultura tiene una fuerza en sí misma.
La importancia de Josefina Plá, a mi entender, fue justamente haber sentido esa
fuerza de la cultura paraguaya de una manera tan intensa que ya no pudo desprenderse
de ella, dedicando toda su vida a enriquecerla y a investigarla. Ciertamente Josefina
es un pilar de nuestra cultura no solamente por lo que ella representa dentro de
la poesía o la narrativa paraguaya, la cerámica o el ensayo, sino por su postura
ante la vida, por su defensa de la mujer en un tiempo en que manifestarse feminista
significaba ser una pionera en el área de los derechos humanos y el respeto a los
seres marginales. Se admira a Josefina Plá por su obra, por su comportamiento, por
su inteligencia, y ella nunca podrá quedar excluida de un estudio serio de la cultura
paraguaya, puesto que no solamente la ha acrecentado con su propia creatividad,
sino que ha ayudado a interpretarla con una visión totalizadora.
FM En entrevista que hice a Juan Calzadilla, conversamos
acerca de las relaciones posibles entre prosa y verso, refiréndonos a aspectos como
subjetividad, intuición, claridad, reflexión y metáfora. Me dijo Calzadilla que
en la poesía, al contrario que en la prosa, “la intuición contiene o ahoga el impulso
reflexivo o lo hace innecesario, una vez que rehúsa una explicación cualquiera”.
¿Cómo has convivido con ambas maneras de tocar la creación?
RF Para mí tanto la poesía como la prosa tienen su ingrediente
de intuición y de reflexión, aunque tal vez en proporciones disímiles. Si bien es
cierto que un poema tiene como punto de partida una iluminación, que podríamos llamar
intuición, inspiración, luego de haber experimentado una emoción, no creo que ese
germen inicial excluya la reflexión. Por el contrario, creo que el trabajo posterior
a esa emoción inicial, una vez decantada, está basado justamente en la reflexión,
en el pensamiento. Cómo poetizar algo que se puede racionalizar es un misterio al
que llegan los poetas no sin trabajo; tal vez no lo sepamos explicar, pero ciertamente
el poema requiere de una racionalización en el momento de utilizar la herramienta
con la que se trabaja, es decir la palabra.
Claro que escribir poesía reflexiva
es un gran desafío que puede naufragar en el fracaso, pero la dicha de conseguir
reflexionar poéticamente, sin que la presencia de la razón mate la poesía, es tan
intensa que bien vale el riesgo. De todas maneras cuando pensamos en ritmo, métrica,
rima, metáforas estamos razionalizando el sentimiento, lo estamos doblegando para
que calce en la estructura del poema; si después de todo ese trabajo la emoción
poética persiste es que se ha logrado el poema.
Ahora bien, es verdad que la
prosa parte de un planteamiento más concreto, digamos racional, y que el efecto
es más directo; en narrativa, cuando queremos decir algo no hay más remedio que
decir ese algo de una manera entendible. En la poesía ese algo puede estar escondido
tras la metáfora, pero de todas maneras la poesía tampoco está ausente de la prosa.
Si no está en las palabras, estará en las situaciones o en los personajes, en los
símbolos, en ese temblor que persiste, cuando persiste, después de haber terminado
la lectura. A mí me han dicho varias veces que mi poesía a veces es muy reflexiva
y que mi narrativa es muy poética; creo que reflexión e intuición son partes constitutivas
de mi ser y por ende se reflejan en mi obra. Me encanta que el pensamiento, la emoción
conceptual, esté presente en mi poesía, aunque por supuesto no lo está en toda ella;
y que mi prosa vibre con el soplo de las ráfagas poéticas. Entiendo que ese estilo
puede demorar la acción de un cuento, o distraer la atención del lector de una novela;
entiendo que una referencia filosófica puede atemperar la emoción de un poema, pero
de todas maneras me gusta.
FM Cuando ha escrito acerca de Los nudos del silencio, el crítico Manuel Alvar ha observado que “los
libros paraguayos no trascienden, y deberían hacerlo”, agregando que “el país está
encerrado en su propia geografía y sus libros quedan enmarcados en unas cercas de
las que es muy difícil salir”. Recuerdo un análisis tuyo, en el cual señalas
las circunstancias políticas y la condición geográfica mediterránea como principales
responsables de una condena al desconocimiento. ¿Crees posible alguna acción de
resistencia capaz de revertir ese escenario?
RF Pienso ciertamente que la extremadamente prolongada dictadura
y la condición geográfica del Paraguay son en parte responsables de ese desconocimiento
de nuestra literatura en el exterior, pero no creo que se les pueda atribuir toda
la culpa, digámoslo así, de que nuestros libros no se conozcan afuera. Hay circunstancias
económicas y culturales que hacen más densa la nebulosa que envolvía a la literatura
paraguaya escrita dentro del país. Y digo envolvía, porque actualmente algunos autores
estamos siendo traducidos e incluidos en diversas antologías en Estados Unidos,
Francia, Italia, Suecia y España. El factor económico verdaderamente no ayuda a
la difusión; pocas son las editoriales que tienen catálogos actualizados; las tiradas
son exiguas, algunas no pasan de los 300 ejemplares; nuestra presencia en las ferias
de libros es escasa o nula; de manera que el conocimiento que se tiene en el exterior
de los autores paraguayos se ha canalizado más bien por la vía académica. No hemos
logrado que las grandes editoriales se interesen en nuestros libros, porque no apuestan
a escritores que implican un riesgo comercial, van a lo seguro, al escritor consagrado.
Casi todo el reconocimiento que hemos conseguido ha sido a través del esfuerzo individual,
enviando nuestras obras a distintos centros de cultura, asistiendo a los congresos
que nos invitan, dando conferencias sobre la literatura paraguaya cuando se nos
plantea la oportunidad, asistiendo a las ferias del libro de Buenos Aires o Montevideo,
que son las más cercanas a nosotros. Somos varios los autores que además de difundir
nuestras obras enfocamos nuestra participación en los encuentros de escritores con
un espíritu amplio, tratando de dar una visión totalizadora de nuestra literatura.
Nos interesa que el mundo sepa que existe una literatura paraguaya, aunque haya
sido postergada, minimizada y aun negada en muchas ocasiones.
FM En el discurso de apertura de un encuentro de escritores
latinoamericanos realizado en Paraguay en 1995, Gerardo Fogel -que presidía en aquel
momento el comité organizador- se refirió al proceso de integración cultural de
Latinoamérica “como basamento irreemplazable e irrenunciable de la integración económica,
social y política de nuestro continente”. Sin embargo, la cultura ha permanecido
aparte de los propósitos del MERCOSUR, por ejemplo, y el continente no consigue
integrarse culturalmente, sino, al contrario, se divide cada vez más. ¿Hay perspectivas
para un diálogo entre nuestras culturas? Y cómo podrían los poetas aportar algo
de positivio en ese sentido?
RF Es verdad que el mundo vive por un lado un proyecto de
integración pero por otro sufre la más aberrante disociación, llegando a las masacres
con el pretexto de la limpieza étnica o a la demolición de los mayores testimonios
culturales en nombre de un fundamentalisto espantoso, lo que me mueve a pensar que
la mejor opción entre estos dos polos es la integración, con todas las falencias
que ella implica. Ya hemos visto que los nacionalismos a ultranza han fracasado
y pueden llegar a excesos increíbles, de manera que tal vez sea saludable volver
a esa máxima que nos enseñaron en la escuela “la unión hace la fuerza”, la unión
para el bien, por supuesto. Eso no quiere decir que tengamos que recunciar a nuestras
identidades; por el contrario, creo que en ese diversidad está la mayor riqueza
de la humanidad. El Mercosur se inició ciertamente sobre la base de un planteamiento
económico, social y político, lo cual significa ya un entrelazamiento cultural,
si vamos a ajustarnos al término cultura en el sentido antropológico. Pero entiendo
que la pregunta se refiere al aspecto cultural en cuanto a las manifestaciones denominadas
“culturales”. Yo no creo que la cultura esté quedando atrás en este proyecto de
integración regional; más bien creo que es a través de la cultura que se están dando
los mejores aportes, que lógicamente no se van a traducir en nuestros balances comerciales,
pero que sin embargo nos ayudan a defender esas identidades amenazadas por una política
de conjunto tendiente a lograr beneficios económicos.
He estado en congresos de escritores
del Mercosur, existen antologías, ha habido concursos de literatura y otras artes,
existe en una universidad de Porto Alegre una materia que engloba la cultura, la
enconomía, la situación social y política de los países del Mercosur como un todo
diferenciado. Es más fácil que se dé el diálogo de nuestras culturas en un marco
más pequeño, tal como el Mercosur; el intercambio de experiencias y dificultades
nos aúna y nos mueve a emprender acciones solidarias. Tal vez ellas deban partir
de los individuos, como todas las grandes reformas, cambios o adelantos que se han
dado en el mundo, pero al tener un marco de acción determinado, creo que las posibilidades
de un logro concreto se hacen más factibles. Pienso que los poetas, si de alguna
manera contribuimos a esta unificación solidaria, es diciendo nuestra palabra; acercando
nuestra poesía a los otros; escuchando la poesía de los otros; reflexionando cuán
raramente nos damos tiempo para conocernos y disfrutarnos, cuán frecuentemente dejamos
de hacer contacto con esa surgente de imaginación y valores que los seres humanos
llevamos dentro.
FM Tienes una obra extensa y variada, que abarca poesía, narrativa
y ensayo histórico. Dentro de esa condición múltiple, habría, temáticamente, alguna
preferencia? ¿Alguna especie de tema obsesivo que te persiga a lo largo del tiempo?
RF Pienso que toda creación está basada en ese recorrido interior
que abarca tanto el terreno de los actos y las circunstancias como el campo onírico
donde se debaten los anhelos y conflictos que se disputan nuestro ser. No puedo
imaginarme una obra que no extraiga de esta cantera el germen que le da vida, ni
autor(a) que poetice en el vacío, de espaldas a la realidad íntima o externa. Yo
creo que hay una estrecha relación entre nuestro paisaje interior y todo lo que
escribimos, así como influyen también las situaciones en que nos vemos envueltos
o el entorno, que en cierta forma nos condiciona. Cuando pienso en mi obra, encuentro
una gran correspondencia con mi itinerario personal por un lado, y con mi postura
frente a la situación del mundo en general y de mi país en particular. Hechos como
el Holocausto, el peligro de la catástrofe núclear, con el correspondiente peligro
de la destrucción total de la humanidad, el deterioro del medio ambiente, la dictadura
que sufrimos en Paraguay, la situación del campesinado sin tierra, mis sentimientos
pacifistas y de igualdad ante los distintos grupos humanos, mi convencimiento de
la posibilidad del amor universal, de una fraternidad cósmica, la solidaridad entre
los distintos reinos de la naturaleza, son temas que, además de los intimistas,
se encuentran en mis obras tanto poéticas como narrativas, y dan ciertamente una
lectura de nuestro tiempo. Pienso que el ser humano está en una constante evolución;
que somos seres inacabados que avanzamos -aunque parezca mentira viendo las atrocidades
que se cometen a diario-, hacia un estado de perfeccionamiento.
Estamos en la Tierra porque somos
humanos, porque tenemos defectos, porque somos imperfectos y cometemos errores.
Si no, estaríamos en otro de los mundos posibles. Si el universo es infinito no
veo por qué la Tierra tendría que ser la única opción. Y si parece que no avanzamos
es porque los seres que se elevan en la escala espiritual pasan a otros estados
o a otros mundos, que yo no sé cómo son, pero es evidente que deben existir en algún
rincón de este cosmos ilimitado. Que nosotros no podamos aprehenderlos con nuestra
inteligencia limitada no quiere decir que no existan. Simplemente tenemos acceso
a lo que nos corresponde según el grado evolutivo en que nos encontramos; un perro
no sabe nada de cuentas bancarias, pero ellas existen; nosotros no sabemos muchas
cosas de los círculos espirituales superiores porque no hemos llegado a la comprensión
necesaria. Entonces el ser humano peregrina en la eternidad, entra y sale de este
tiempo mientra se dirige hacia otro que por el momento es una incógnita.
[2001]
RENÉE FERRER (Paraguai, 1944)
Hay surcos que no se llenan. Editorial
El Arte. Asunción.
1965. / Voces sin réplica. Asunción.
1967. / Cascarita de nuez. Talleres de Artes Gráficas Zamphirópolos. Asunción. 1978. / Desde el cañadón de la memoria.
Asunción. 1982. / Galope. Asunción.
1983. / Campo y cielo. Ediciones Mediterráneo. Asunción. 1985. / Peregrino
de la eternidad. Alcándara Editora. Asunción. 1985. / Nocturnos. Editorial
Arte Nuevo. Asunción.
1987. / Sobreviviente. Editiones Torremozas. Madrid. 1988. / Los nudos del silencio. Arte Nuevo Editores.
Asunción. 1988. / Viaje a destiempo.
Ed. Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción. Asunción. 1989. / De lugares, momentos. Asunción. 1990. / El acantilado y el mar. Arandurã Editorial. Asunción. 1992. / Por el ojo de la cerradura. Arandurã Editorial.
Asunción. 1993. / Desde el encendido
corazón del monte. Arandurã Editorial. Asunción. 1994. / Itinerario del deseo. Arandurã Editorial. Asunción.
1995. / El resplandor y las sombras.
Arandurã Editorial. Asunción. 1996. / De la eternidad y otros delirios.
Intercontinental Editora. Asunción. 1997. / Vagos
sin tierra. Expolibro. Asunción. 1999. / El ocaso del milenio. Ediciones y Arte S.R.L. Asunción. 1999. / La colección de relojes. Arandurã
Editorial. Asunción. 2001. / Entre el
ropero y el tren. Ediciones Alta Voz. Asunción. 2004.
[Escritura conquistada. Conversaciones con poetas de Latinoamérica. 2 tomos. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana. 2010.]
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