segunda-feira, 4 de agosto de 2014

RENÉE FERRER | Los nudos del exilio



FM Recuerdo unas palabras del argentino Francisco Madariaga, dichas justamente en una conferencia en tu país: “Todo escritor, o poeta, surge de un medio, natural o urbano, y camina por los Caminos Reales de su tierra, sin saber hasta dónde estos lo pueden llevar”. ¿De dónde surge Renée Ferrer y por dónde ha caminado?

RF Renée Ferrer surge de un hogar sencillo, con una madre uruguaya y un padre, que nació hijo de inmigrantes catalanes, de profesión panaderos, y terminó siendo Decano de la Facultad de Química de la universidad nacional. Tengo el convencimiento de que cada uno traza realmente los caminos de su destino, pero es indudable que el medio donde se desarrolla tiene una gran influencia en la personalidad. Debido a la ascendencia de mis progrenitores mi visión del mundo, durante mucho tiempo, tuvo el sello de los elementos fonáreos que sus culturas aportaban, y la carencia de un sabor netamente paraguayo, por ejemplo en mi casa no se hablaba el guaraní, hecho generalizado en la mayoría de las familias paraguayas. Por otra parte, la cultura de mi madre me ayudó a frecuentar desde muy joven la música clásica y la literatura francesa, rusa, inglesa, además de los novelistas españoles y norteamericanos. Ya con anterioridad mi abuelo paterno enriqueció mi infancia con los libros de Perrault, Christian Andersen y los hermanos Grimm, y mi padre la zarzuela y la voz de Carusso. Vengo de ese amor a la belleza dada como ingrediente natural de la vida y voy por los caminos de la palabra intentando descifrar el mundo y mis propios enigmas siendo fiel a esa belleza. En mí se ha dado el fenómeno de partir de esa visión universal para ir adentrándome cada vez con mayor intensidad en lo particular, en la paraguayidad y el destino singular de mi país.
Creo que me estoy volviendo cada vez más paraguaya y siento una inmensa compasión por las vicisitudes en que se debaten muchos paraguayos. La prueba más cercana de lo que estoy diciendo es mi novela histórica Vagos sin tierra, donde intenté sumergirme hasta la médula del alma paraguaya.

FM Aunque no participaste efectivamente del grupo reunido en torno de la revista Criterio (1966-1971), tu nombre se encuentra entre los de diversos poetas que, según Teresa Méndez-Faith, testimonian “la angustia y la esperanza de una época oscura y trágica del Paraguay contemporáneo”. ¿Podrías hablar de esos primeros momentos de tu búsqueda estética?

RF Lamentablemente no me involucré de lleno con el grupo que se formó en torno a Criterio, y digo lamentablemente porque hubiera salido sumamente enriquecida. No es que no los conociera, sino que por el entonces de mi adolescencia yo era un ser solitario, encerrada en mi propia vida y mis propios sentimientos. Mi contacto con los poetas de mi generación eran esporádicos y mi poesía inicial se fue plasmando sin tener una clara conciencia de los criterios estéticos que la regían.
Por ese entonces yo estaba aún con la mirada puesta en el mundo, en la guerra de Vietnam, en el hambre del Asia, los viajes espaciales, el origen del universo, la destrucción nuclear, temas que se reflejaron en mi poesía desde el segundo libro publicado en 1967. Fue en la década de los años ochenta cuando empecé a ver realmente la situación del Paraguay, hecho que me movió a utilizar la prosa en lugar de la poesía. Así nacieron algunos cuentos de La Seca y varios capítulos de Los nudos del silencio, publicada en octubre de 1988, antes de la caída de Stroessner.
Mi primera búsqueda estética está centrada en la frecuentación de Rubén Darío, Amado Nervo, Gustavo Adolfo Bécquer, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Juana, y los poetas de la generación del 27 en España, además de los clásicos que se leían en el colegío secundario.
Pero si tengo que reconocer una influencia moral debo elegir el poema “Si”, de R. Kipling, el cual ha dejado una marca indeleble en mi actitud ante la vida y ante el arte.

FM ¿Cómo te sientes pr entero relacionada con la literatura paraguaya? Me refiero a un punto central de identificación con lo que se escribe en tu país.

RF Por supuesto me siento parte de la literatura paraguaya, porque nací en el Paraguay, vino aquí y escribo sobre “este lugar que me fue dado” “para amar, reír y decir mi palabra”. Ahora, cómo se inserta el Paraguay es otra cosa. Inicicialmente la presencia del país en mi poesía se circunscribió al paisaje y mi relación con él. Más adelante, me perturbó la situación política, la marginación de la mujer, los desheredados de la tierra, preocupación que se manifiesta ya en los cuentos como “Y… anda por ahí nomás”, “El Pozo”, “La muertita”, “Tina”, así como en varios capítulos de mi novela Los nudos del silencio, aparecida en octubre de 1988. y en el poemario Viaje a destiempo, dedicado a los torturados y desaparecidos durante la dictadura de Stroessner. El momento de la toma de conciencia de que como escritora debía decir algo sobre la opresión de mi país, se remonta al inicio de la década de los años ochenta, tal vez un poco antes, cuando empecé a escribir cuentos, justamente movida por esa necesidad interior. Pero es con mi novela histórica Vagos sin tierra que me sentí más paraguaya que nunca, pues profundicé con pasión en la paraguayidad,en la idiosincracia del pueblo y en las cosmovisiones de las etnias existentes en el siglo XVIII. Con esta obra creo que también se da en mí la asunción de la lengua autóctona como parte esencial del alma paraguaya y el empleo del castellano paraguayo de una manera más profusa que en mis libros anteriores. Todo esto, además de estar incluida en los manuales escolares y en los programas de estudio de nivel medio y universitario ha acrecentado esa sensación de pertenencia.

FM Dentro de una mirada estética, me gustaría saber cuáles son tus relaciones con otros poetas hispanoamericanos. No hago esta pregunta pensando en una limitación de tu universo de diálogo con otras poéticas, pero sí me preocupa otro aspecto: qué impide relaciones más cercanas entre los países que componen Hispanoamérica.

RF Creo que mis afinidades no son exclusivas. De pronto me siento muy próxima a Pablo Neruda, a Amado Nervo, Alfonsina Storni o Delmira Agustini, sobre todo en los comienzos, para luego girar hacia un Gonzálo Rojas, un César Vallejo o un Octavio Paz. No tengo muy claras esas influencias, aunque sé que existen en todo escritor, porque siempre intenté transitar varios caminos.
En Latinoamérica no existe, por lo general, una relación muy estrecha entre los poetas; el conocimiento, salvo la lectura de los nombres consagrados, es bastante limitado. Cada país es un mundo encerrado en sí mismo, sobre todo Paraguay, que ha sufrido el enclaustramiento tanto geográfico como ideológico. Tal vez por ahí deban buscarse las razones. Nuestro panorama se agrava por el aislamiento que sufrimos, la carencia de revistas literarias, las cuales llegan en forma irregular y a unos pocos suscriptores, los escasos intercambios intelectuales. Por qué esa falta de relacionamiento y profundización de las obras de los autores de América latina. No creo que la respuesta sea sencilla. Las distancias son enormes y los canales de comunicación deficientes. Pero aun con los países limítrofes hay una falta de fluidez en las comunicaciones, una gran dificultad para editar afuera, un gran individualismo también, que afortunadamente se está rompiendo gracias a los encuentros y congresos de escritores, donde podemos intercambiar libros y experiencias. Este no es, sin embargo, un sistema que rinda frutos masivos. Es impresionante la cantidad de escritores que existimos y lo poco que nos conocemos y nos leemos.

FM Varias son las referencias a la condición de exilio en lo que repecta a la poesía paraguaya. Por un lado, poetas esenciales como Hérib Campos Cervera o Elvio Romero, han escrito casi toda su obra en el exilio en Argentina. Por otro, Josefina Plá, que ha resistido con firmeza a las dificultades internas, es natural de Islas Canarias, viviendo en Paraguay una manera curiosa de exilio. En tu caso, ¿cuán decisiva ha sido en tu poética la convivencia con esa cultura del exilio?

RF En realidad esta cultura del exilio, como tú le llamas, es una característica de la literatura paraguaya, ya que una parte importante de la misma se escribió en el exterior y la otra, la menos conocida y valorado, dentro de nuestras fronteras, en una suerte, o mala suerte, de exilio interior, o “inxilio”, como dijo alguien refiriéndose a este encierro que nos ha marcado en una forma muy aguda también a los que nos quedamos adentro. Y te diré cómo, por lo menos desde mi óptica. Se vivía, o se vive (porque las secuelas del aislamiento no se superan tan fácilmente ), como separados del resto del mundo, como en un espacio de no pertenencia, desconectados de la palpitación cultural del universo, como en un tiempo retrasado, con el cual nos cuesta aún ponernos al día. Si bien no dejamos el país, es como si el tiempo del resto del mundo nos hubiera dejado a nosotros. Es cierto que las comunicaciones actuales y la apertura política han ayudado a superar en alguna medida ese extrañamiento de todo lo que acontece en ese “ahora”, que pareciera seguir llegando retrasado.
La dificultad de dar a conocer nuestras obras, la ignorancia casi total en ciertos casos de la existencia de una literatura paraguaya dentro de nuestros límites geográficos nos llega como una puerta que se cierra dejándonos adentro. Claro que estas reflexiones se las hace a partir de una pregunta, tal vez no llegaríamos a ellas conscientemente. Es curioso que Josefina Plá haya elegido este exilio interior, que para ella era un exilio de su propia tierra; pero hay que tener en cuenta que este país se le metió hasta la médula como un sueño, o pesadilla, del cual uno no puede desprenderse. En mi caso, sobre todo al comienzo de mi vida literaria, he vivido bastante aislada.
Mi casa de la infancia era también un territorio, en cierta forma, fuera de contexto de esa paraguayidad que fui asumiendo con el tiempo, y la primera parte de mi obra, presenta, por los temas que toca, una búsqueda de esa universalidad que es como un anhelo imperioso de participación en el todo. Ser parte de la humanidad, ser un ciudadano del mundo, reflexionar sobre los problemas de ese mundo, es una determinación que modeló los primeros tramos de mi trayecto creativo. Sólo más tarde viene esa conciencia de pertenencia a este lugar y con ella la desesperanza del exilio interior, ese saber que todo nos resultará más difícil porque, estando adentro, sin embargo estamos afuera de un sinnúmero de posibilidades.

FM Me gustaría que hables un poco acerca de la importancia de una poeta como Josefina Plá en la comprensión de la cultura paraguaya como una fuerza en sí misma. Me parece que esa mujer es una de las pilastras más fuerte de la cultura en tu país, cuyo comportamiento debe ser admirado y seguido por todos.

RF Yo creo que toda cultura tiene una fuerza en sí misma. La importancia de Josefina Plá, a mi entender, fue justamente haber sentido esa fuerza de la cultura paraguaya de una manera tan intensa que ya no pudo desprenderse de ella, dedicando toda su vida a enriquecerla y a investigarla. Ciertamente Josefina es un pilar de nuestra cultura no solamente por lo que ella representa dentro de la poesía o la narrativa paraguaya, la cerámica o el ensayo, sino por su postura ante la vida, por su defensa de la mujer en un tiempo en que manifestarse feminista significaba ser una pionera en el área de los derechos humanos y el respeto a los seres marginales. Se admira a Josefina Plá por su obra, por su comportamiento, por su inteligencia, y ella nunca podrá quedar excluida de un estudio serio de la cultura paraguaya, puesto que no solamente la ha acrecentado con su propia creatividad, sino que ha ayudado a interpretarla con una visión totalizadora.

FM En entrevista que hice a Juan Calzadilla, conversamos acerca de las relaciones posibles entre prosa y verso, refiréndonos a aspectos como subjetividad, intuición, claridad, reflexión y metáfora. Me dijo Calzadilla que en la poesía, al contrario que en la prosa, “la intuición contiene o ahoga el impulso reflexivo o lo hace innecesario, una vez que rehúsa una explicación cualquiera”. ¿Cómo has convivido con ambas maneras de tocar la creación?

RF Para mí tanto la poesía como la prosa tienen su ingrediente de intuición y de reflexión, aunque tal vez en proporciones disímiles. Si bien es cierto que un poema tiene como punto de partida una iluminación, que podríamos llamar intuición, inspiración, luego de haber experimentado una emoción, no creo que ese germen inicial excluya la reflexión. Por el contrario, creo que el trabajo posterior a esa emoción inicial, una vez decantada, está basado justamente en la reflexión, en el pensamiento. Cómo poetizar algo que se puede racionalizar es un misterio al que llegan los poetas no sin trabajo; tal vez no lo sepamos explicar, pero ciertamente el poema requiere de una racionalización en el momento de utilizar la herramienta con la que se trabaja, es decir la palabra.
Claro que escribir poesía reflexiva es un gran desafío que puede naufragar en el fracaso, pero la dicha de conseguir reflexionar poéticamente, sin que la presencia de la razón mate la poesía, es tan intensa que bien vale el riesgo. De todas maneras cuando pensamos en ritmo, métrica, rima, metáforas estamos razionalizando el sentimiento, lo estamos doblegando para que calce en la estructura del poema; si después de todo ese trabajo la emoción poética persiste es que se ha logrado el poema.
Ahora bien, es verdad que la prosa parte de un planteamiento más concreto, digamos racional, y que el efecto es más directo; en narrativa, cuando queremos decir algo no hay más remedio que decir ese algo de una manera entendible. En la poesía ese algo puede estar escondido tras la metáfora, pero de todas maneras la poesía tampoco está ausente de la prosa. Si no está en las palabras, estará en las situaciones o en los personajes, en los símbolos, en ese temblor que persiste, cuando persiste, después de haber terminado la lectura. A mí me han dicho varias veces que mi poesía a veces es muy reflexiva y que mi narrativa es muy poética; creo que reflexión e intuición son partes constitutivas de mi ser y por ende se reflejan en mi obra. Me encanta que el pensamiento, la emoción conceptual, esté presente en mi poesía, aunque por supuesto no lo está en toda ella; y que mi prosa vibre con el soplo de las ráfagas poéticas. Entiendo que ese estilo puede demorar la acción de un cuento, o distraer la atención del lector de una novela; entiendo que una referencia filosófica puede atemperar la emoción de un poema, pero de todas maneras me gusta.

FM Cuando ha escrito acerca de Los nudos del silencio, el crítico Manuel Alvar ha observado que “los libros paraguayos no trascienden, y deberían hacerlo”, agregando que “el país está encerrado en su propia geografía y sus libros quedan enmarcados en unas cercas de las que es muy difícil salir”. Recuerdo un análisis tuyo, en el cual señalas las circunstancias políticas y la condición geográfica mediterránea como principales responsables de una condena al desconocimiento. ¿Crees posible alguna acción de resistencia capaz de revertir ese escenario?

RF Pienso ciertamente que la extremadamente prolongada dictadura y la condición geográfica del Paraguay son en parte responsables de ese desconocimiento de nuestra literatura en el exterior, pero no creo que se les pueda atribuir toda la culpa, digámoslo así, de que nuestros libros no se conozcan afuera. Hay circunstancias económicas y culturales que hacen más densa la nebulosa que envolvía a la literatura paraguaya escrita dentro del país. Y digo envolvía, porque actualmente algunos autores estamos siendo traducidos e incluidos en diversas antologías en Estados Unidos, Francia, Italia, Suecia y España. El factor económico verdaderamente no ayuda a la difusión; pocas son las editoriales que tienen catálogos actualizados; las tiradas son exiguas, algunas no pasan de los 300 ejemplares; nuestra presencia en las ferias de libros es escasa o nula; de manera que el conocimiento que se tiene en el exterior de los autores paraguayos se ha canalizado más bien por la vía académica. No hemos logrado que las grandes editoriales se interesen en nuestros libros, porque no apuestan a escritores que implican un riesgo comercial, van a lo seguro, al escritor consagrado. Casi todo el reconocimiento que hemos conseguido ha sido a través del esfuerzo individual, enviando nuestras obras a distintos centros de cultura, asistiendo a los congresos que nos invitan, dando conferencias sobre la literatura paraguaya cuando se nos plantea la oportunidad, asistiendo a las ferias del libro de Buenos Aires o Montevideo, que son las más cercanas a nosotros. Somos varios los autores que además de difundir nuestras obras enfocamos nuestra participación en los encuentros de escritores con un espíritu amplio, tratando de dar una visión totalizadora de nuestra literatura. Nos interesa que el mundo sepa que existe una literatura paraguaya, aunque haya sido postergada, minimizada y aun negada en muchas ocasiones.

FM En el discurso de apertura de un encuentro de escritores latinoamericanos realizado en Paraguay en 1995, Gerardo Fogel -que presidía en aquel momento el comité organizador- se refirió al proceso de integración cultural de Latinoamérica “como basamento irreemplazable e irrenunciable de la integración económica, social y política de nuestro continente”. Sin embargo, la cultura ha permanecido aparte de los propósitos del MERCOSUR, por ejemplo, y el continente no consigue integrarse culturalmente, sino, al contrario, se divide cada vez más. ¿Hay perspectivas para un diálogo entre nuestras culturas? Y cómo podrían los poetas aportar algo de positivio en ese sentido?

RF Es verdad que el mundo vive por un lado un proyecto de integración pero por otro sufre la más aberrante disociación, llegando a las masacres con el pretexto de la limpieza étnica o a la demolición de los mayores testimonios culturales en nombre de un fundamentalisto espantoso, lo que me mueve a pensar que la mejor opción entre estos dos polos es la integración, con todas las falencias que ella implica. Ya hemos visto que los nacionalismos a ultranza han fracasado y pueden llegar a excesos increíbles, de manera que tal vez sea saludable volver a esa máxima que nos enseñaron en la escuela “la unión hace la fuerza”, la unión para el bien, por supuesto. Eso no quiere decir que tengamos que recunciar a nuestras identidades; por el contrario, creo que en ese diversidad está la mayor riqueza de la humanidad. El Mercosur se inició ciertamente sobre la base de un planteamiento económico, social y político, lo cual significa ya un entrelazamiento cultural, si vamos a ajustarnos al término cultura en el sentido antropológico. Pero entiendo que la pregunta se refiere al aspecto cultural en cuanto a las manifestaciones denominadas “culturales”. Yo no creo que la cultura esté quedando atrás en este proyecto de integración regional; más bien creo que es a través de la cultura que se están dando los mejores aportes, que lógicamente no se van a traducir en nuestros balances comerciales, pero que sin embargo nos ayudan a defender esas identidades amenazadas por una política de conjunto tendiente a lograr beneficios económicos.
He estado en congresos de escritores del Mercosur, existen antologías, ha habido concursos de literatura y otras artes, existe en una universidad de Porto Alegre una materia que engloba la cultura, la enconomía, la situación social y política de los países del Mercosur como un todo diferenciado. Es más fácil que se dé el diálogo de nuestras culturas en un marco más pequeño, tal como el Mercosur; el intercambio de experiencias y dificultades nos aúna y nos mueve a emprender acciones solidarias. Tal vez ellas deban partir de los individuos, como todas las grandes reformas, cambios o adelantos que se han dado en el mundo, pero al tener un marco de acción determinado, creo que las posibilidades de un logro concreto se hacen más factibles. Pienso que los poetas, si de alguna manera contribuimos a esta unificación solidaria, es diciendo nuestra palabra; acercando nuestra poesía a los otros; escuchando la poesía de los otros; reflexionando cuán raramente nos damos tiempo para conocernos y disfrutarnos, cuán frecuentemente dejamos de hacer contacto con esa surgente de imaginación y valores que los seres humanos llevamos dentro.

FM Tienes una obra extensa y variada, que abarca poesía, narrativa y ensayo histórico. Dentro de esa condición múltiple, habría, temáticamente, alguna preferencia? ¿Alguna especie de tema obsesivo que te persiga a lo largo del tiempo?

RF Pienso que toda creación está basada en ese recorrido interior que abarca tanto el terreno de los actos y las circunstancias como el campo onírico donde se debaten los anhelos y conflictos que se disputan nuestro ser. No puedo imaginarme una obra que no extraiga de esta cantera el germen que le da vida, ni autor(a) que poetice en el vacío, de espaldas a la realidad íntima o externa. Yo creo que hay una estrecha relación entre nuestro paisaje interior y todo lo que escribimos, así como influyen también las situaciones en que nos vemos envueltos o el entorno, que en cierta forma nos condiciona. Cuando pienso en mi obra, encuentro una gran correspondencia con mi itinerario personal por un lado, y con mi postura frente a la situación del mundo en general y de mi país en particular. Hechos como el Holocausto, el peligro de la catástrofe núclear, con el correspondiente peligro de la destrucción total de la humanidad, el deterioro del medio ambiente, la dictadura que sufrimos en Paraguay, la situación del campesinado sin tierra, mis sentimientos pacifistas y de igualdad ante los distintos grupos humanos, mi convencimiento de la posibilidad del amor universal, de una fraternidad cósmica, la solidaridad entre los distintos reinos de la naturaleza, son temas que, además de los intimistas, se encuentran en mis obras tanto poéticas como narrativas, y dan ciertamente una lectura de nuestro tiempo. Pienso que el ser humano está en una constante evolución; que somos seres inacabados que avanzamos -aunque parezca mentira viendo las atrocidades que se cometen a diario-, hacia un estado de perfeccionamiento.
Estamos en la Tierra porque somos humanos, porque tenemos defectos, porque somos imperfectos y cometemos errores. Si no, estaríamos en otro de los mundos posibles. Si el universo es infinito no veo por qué la Tierra tendría que ser la única opción. Y si parece que no avanzamos es porque los seres que se elevan en la escala espiritual pasan a otros estados o a otros mundos, que yo no sé cómo son, pero es evidente que deben existir en algún rincón de este cosmos ilimitado. Que nosotros no podamos aprehenderlos con nuestra inteligencia limitada no quiere decir que no existan. Simplemente tenemos acceso a lo que nos corresponde según el grado evolutivo en que nos encontramos; un perro no sabe nada de cuentas bancarias, pero ellas existen; nosotros no sabemos muchas cosas de los círculos espirituales superiores porque no hemos llegado a la comprensión necesaria. Entonces el ser humano peregrina en la eternidad, entra y sale de este tiempo mientra se dirige hacia otro que por el momento es una incógnita.

[2001]

RENÉE FERRER (Paraguai, 1944)

Hay surcos que no se llenan. Editorial El Arte. Asunción. 1965. / Voces sin réplica. Asunción. 1967. / Cascarita de nuez. Talleres de Artes Gráficas Zamphirópolos. Asunción. 1978. / Desde el cañadón de la memoria. Asunción. 1982. / Galope. Asunción. 1983. / Campo y cielo. Ediciones Mediterráneo. Asunción. 1985. / Peregrino de la eternidad. Alcándara Editora. Asunción. 1985. / Nocturnos. Editorial Arte Nuevo. Asunción. 1987. / Sobreviviente. Editiones Torremozas. Madrid. 1988. / Los nudos del silencio. Arte Nuevo Editores. Asunción. 1988. / Viaje a destiempo. Ed. Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción. Asunción. 1989. / De lugares, momentos. Asunción. 1990. / El acantilado y el mar. Arandurã Editorial. Asunción. 1992. / Por el ojo de la cerradura. Arandurã Editorial. Asunción. 1993. / Desde el encendido corazón del monte. Arandurã Editorial. Asunción. 1994. / Itinerario del deseo. Arandurã Editorial. Asunción. 1995. / El resplandor y las sombras. Arandurã Editorial. Asunción. 1996. / De la eternidad y otros delirios. Intercontinental Editora. Asunción. 1997. / Vagos sin tierra. Expolibro. Asunción. 1999. / El ocaso del milenio. Ediciones y Arte S.R.L. Asunción. 1999. / La colección de relojes. Arandurã Editorial. Asunción. 2001. / Entre el ropero y el tren. Ediciones Alta Voz. Asunción. 2004.

[Escritura conquistada. Conversaciones con poetas de Latinoamérica. 2 tomos. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana. 2010.]

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