FM En entrevista concedida a
Edward Hood, te refieres a la poesía como un “instrumento de indagación”, y
también como “una concentración química de la realidad”. ¿Quién es el
protagonista de tu poética y qué indaga en su relación (“mutante como un río
heraclitano”) con la realidad?
RS La poesía indaga a la
mutante realidad y su protagonista, en este caso el ser humano, llámese poeta o
no, envuelto en el tiempo y el espacio, dos categorías de la materia.
FM Roberto Armijo sitúa en un “ambiente poético
todavía presionado por la influencia de Neruda”, el momento en que surges con
una poética donde se muestra un “tenaz proceso de busca y depuración”. ¿Es
posible evaluar prejuicios en lo tocante a esa excesiva influencia de Neruda en
la poesía hispanoamericana? ¿Y cuáles habrían sido tus búsquedas estéticas en
medio de aquel ambiente poético?
RS El poeta Roberto Armijo,
fallecido en París y sepultado en su país de origen (El Salvador), afirmó que
el ambiente poético actual aún está presionado por la influencia de Neruda. Tal
presión se refiere a la catarata de poetas que produjo la imitación servil de
las fórmulas que utilizó Pablo Neruda, especialmente en su libro 20 poemas de amor y una canción desesperada.
Las influencias en mí se pueden localizar en el escritor italiano Giovanni
Papini, en Franz Kafka, en Antonio Machado.
FM Tu generación es la misma
que la de Roque Dalton (El Salvador) y la de Carlos Martínez Rivas (Nicaragua). ¿Qué coincidencias estéticas
compartes con estos poetas y cómo se relacionaban entre sí? ¿Conociste a ambos?
RS No conocí personalmente a
Roque Dalton. Conocí y me relacioné con Carlos Martínez Rivas, poeta nacido en
Guatemala y nacionalizado en la República de Nicaragua. Que yo sepa, no existen
coincidencias estéticas con los eventos delineados por Dalton y Martínez Rivas.
FM Incluyo entre tus
contemporáneos al panameño José Guillermo Ros-Zanet. Sin embargo, observo que
no se acostumbra situar a Panamá como parte de América Central. Roberto Armijo
y Rigoberto Paredes, por ejemplo, cuando prepararon su antología Poesía
contemporánea de Centro América (1983), no hacen ni una sola mención de
aquel país, lo que me parece un grave error. Independientemente de esto, es
curioso observar que el panameño Rogelio Sinán esté entre los poetas de esta
parte del continente más atentos a las vanguardias literarias, tanto por la
publicación pionera de Onda como por la realización de una novela
fascinante como Isla mágica. Me gustaría mucho escuchar tu opinión a
este respecto.
RS En efecto, Panamá pertenece
fatalmente al istmo centroamericano. En la actualidad, las relaciones
políticas, económicas, sociales y culturales nos demuestran que, en Panamá, el
pueblo y los artistas se integran al viejo sueño de Francisco Morazán de la
unidad ístmica. Rogelio Sinán inició con su libro Onda la vanguardia poética panameña. Esto es un hecho aceptado por
nativos y extranjeros. Sinán es la figura revolucionario de la literatura
panameña.
FM En otra ocasión dijiste que
Honduras es un país de poetas. Observo allí una mayoría abrumadora de voces
masculinas, y me parece que Clementina Suárez es una voz femenina prácticamente
sola dentro de esa tradición poética. Roberto Armijo destaca “su interés por
incorporar a su poesía elementos de la realidad social hondureña”, y compara su
importancia con la de la costarricense Eunice Odio. Esta poeta, sin embargo,
pertenece a la misma generación de otra mujer, la salvadoreña Claribel Alegría,
y tal vez con ella cupiese mejor comparación. Ambas son mucho más jóvenes que
Clementina. En términos estéticos, ¿como analizarías la contribución de las
tres?
RS Honduras forma parte
importante del territorio poético centroamericano. La mayoría de sus voces es
masculina. Clementina Suárez constituyó una excepción. Por otro lado, esa poeta
fue asesinada en 1991. El asesino todavía está suelto. Armijo destaca en su
novela El asma de Leviatán algunos
elementos de origen hondureño, ya que su padre nació en Honduras y conoció de
cerca los acontecimientos históricos de este país. Eunice Odio, de nacionalidad
costarricense, no pertenece a la misma generación de Claribel Alegría, poeta
nicaragüense que se autoconsidera salvadoreña. Efectivamente, nacieron después
de Clementina Suárez, quien nació a principios del siglo pasado. Clementina
Suárez, Eunice Odio y Claribel Alegría enfocan la realidad centroamericana a
partir de ópticas distintas. Todas ellas impulsadas por sus respectivas realidades,
si bien comparten el testimonio, la denuncia y una común ideología política
propia de su tiempo y su circunstancia.
FM Me gustaría recordar aquí
dos momentos de una entrevista mía con Pablo Antonio Cuadra. En el primero de ellos, conversamos sobre las
relaciones entre revolución y poesía, y me dijo lo siguiente: “nuestra
revolución se pudo hacer porque iba adelante abriéndole camino una poesía y un
canto. Luego la revolución fue desviada alevosamente: de tales desvíos anti-poéticos
está llena la prosa de la historia.” En una entrevista tuya a María Antonia
Martínez de Fuentes, declaras que “la literatura no hace revoluciones y si las
hace es precisamente en el campo literario, pero es coadyuvante de pronto,
incluso de lejos, dentro de una reestructuración social”. Pienso también en el
grupo guatemalteco Saker-ti. Dentro de ese enfoque de relaciones posibles entre
poesía y revolución, ¿cómo buscar paralelos entre Honduras y Nicaragua?
RS Pienso que la literatura no
hace revoluciones armadas. Pablo Antonio Cuadra jamás aceptó comprometerse, ni
política ni literariamente, con las consecuencias culturales de la revolución
sandinista. No existe paralelismo algún entre poesía y revolución, referido a
Honduras y Nicaragua. La mayor parte de los enfoques políticos y literarios
hechos en Honduras se reduce al testimonio y al ataque contra figuras
dictatoriales y corruptas, de orden nacional e internacional. En Nicaragua, la
poesía exteriorista, encabeza y propuesta por Ernesto Cardenal, reflejó una
cerrada defensa de los principios que sustentaron los gobernantes nicaragüenses
(los nueve comandantes del FSLN).
FM Un segundo momento de mi
entrevista con Cuadra trata de
Rubén Darío. Se observa que Darío, al mismo tiempo en que se situaba como “el
último gran renacentista americano”, era el responsable de colocar “una carga
de dinamita de ‘estética acrática’ -de rebelión contra la anquilosis mental,
contra el cliché verbal y el ‘molde único’-, carga que revienta el dique y abre
nuevas libertades: la inundación de todas las culturas y de todos los cánones
de belleza”, según Cuadra. Entre tus lecturas preferidas, mencionas a Kafka,
Wilde, Vallejo, Machado, Borges. Y en ningún momento te refieres
a Darío. Me gustaría entonces conocer tus consideraciones acerca de la
importancia de este poeta.
RS Rubén Darío, sin duda, abrió
la primera gran puerta por la cual entró una de las revoluciones literarias más
importantes de la literatura iberoamericana. Cantos de vida y esperanza es el texto fundamental de la poética
centroamericana. En mis primeras lecturas están los poemas de Rubén Darío,
entre otros “Sonatina”, “La marcha triunfal”, “Los motivos del lobo” y
“Divagación”, que dice así:
“¿Los amores exóticos acaso…?
Como rosa de oriente me fascinas:
me deleitan la seda, el oro, el raso.
Gautier adoraba a las princesas chinas.
[…]
¡Oh bello amor de mil genuflexiones:
torres de kaolín, pies imposibles,
tazas de té, tortugas y dragones,
y verdes arrozales apacibles!
[…]
Ámame en chino, en el sonoro chino
de Li-Tai-Pe. Yo igualaré a los sabios
poetas que interpretan el destino;
madrigalizaré juntos a tus labios.
[…]
Diré que eres más bella que la Luna;
que el tesoro del cielo es menos rico
que el tesoro de vela la importuna
caricia de marfil de tu abanico
[…]”
FM Recientemente estuve con
Ernesto Cardenal y él me hablaba de una instancia mito-poética, la relación
directa de poeta con su espacio ambiental, algo esencial para la poesía en
cualquier lugar del mundo. Tú mismo te declaras “plenamente identificado con la
sociedad hondureña”. Cardenal comentaba una mala influencia del Surrealismo,
cuya presencia en la América hispana habría bloqueado esa relación
mito-poética. Particularmente no creo en esto, y veo que hay una pulsación
inestimable en aspectos estéticos que aproximan el Surrealismo a la Beat
Generation (y se podría decir en Pound o en las improvisaciones jazzísticas),
que atienden a la importancia de esa identificación intrínseca con lo particular
y lo social. ¿Qué piensas sobre esto?
RS No creo que la poesía, el
acto creador, pueda llegar a ser bloqueada por nada ni por nadie. La realidad,
observada o meditada, es susceptible de ser poetizada: desde un ratón hasta una
niña de cinco años revolviendo un basural; existen numerosos ejemplos
registrados a lo largo del quehacer poético mundial. Los límites únicamente son
levantados por la presunción y la ceguera. Si me declaro plenamente
identificado con la sociedad hondureña es por la simple razón de que mi visión
del mundo parte de este territorio. Por otro lado, las técnicas prestadas o
asimiladas del Surrealismo o a la generación Beat o de Pound, no son más que
factores técnicos al servicio de la búsqueda de la realidad expresada en
términos artísticos, válidos, trascendentes.
FM Has dicho que “el instinto
es un elemento absolutamente válido para poder entender mejor las relaciones de
la realidad artesificada con lo que tienes enfrente”. Como sé que eres
un poeta profundamente apasionado por la lectura, no creo que sea de todo
impertinente preguntar cómo observas la relación entre instinto y creación
poética en los últimos tiempos.
RS He afirmado que el instinto
es un elemento absolutamente válido para entender la realidad artesificada.
Esto, porque ningún reflejo animal posee la rapidez del instinto. Su
equivalente modificado es la intuición, en íntima relación con el ángel. Hablo
del poeta como ángel. La poesía de los últimos tiempos tiende a desangelarse.
FM Por último, recurro una vez
más a una declaración tuya: “Creo que este país no tiene esperanza”. ¿En qué
exactamente radica la falta de esperanza de un país? Los brasileños, por
ejemplo, jamás conseguimos percibir al Brasil como una nación, como una entidad
de cualquier orden. Encarnas a Honduras como si tú mismo fueses Honduras, lo
que raramente un brasileño expresaría. ¿Quién no tiene esperanza? ¿Honduras o
Roberto Sosa?
RS Sostengo que mi país no
tiene esperanza. Lo he dicho engrosa y en verso, de hecho y de palabra. Ni
Honduras ni yo tenemos esperanza. Este vergonzoso esquema sociopolítico y
cultural se basa en que Honduras no es una nación con identidad; depende
política y económicamente de la nación más poderosa de la Tierra. Inclusive
está ocupada militarmente por tiempo indefinido.
[2001]
ROBERTO SOSA (Honduras, 1930-2011)
Caligrafías. Honduras.
1959. / Muros. Honduras. 1966. / Mar interior. Honduras. 1967. / Los pobres. España. Ediciones Rialp.
Madrid. 1969. / Un mundo para todos
dividido. Ed. Casa de las Américas. Cuba. 1971. / El llanto de las cosas. 1984. / Nombres
para una espada. Centro Editorial. Honduras. 1992. / Antología personal. Editorial Universitaria Centroamericana. Costa
Rica. 1995.
[Escritura conquistada. Conversaciones con poetas de Latinoamérica. 2 tomos. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana. 2010.]
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